Por Melissa Zenobi | El estreno de “And Just Like That” será el 9 de diciembre y podrá verse a través de la plataforma HBO Max. Esta vuelta a la pantalla de tres de las cuatro protagonistas que cosecharon fanáticas y fanáticos en todo el mundo a finales de los 90 no está libre de polémicas.
Pasaron 17 años de la última vez que se vio a Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker), Charlotte York Goldenblatt (Kristin Davis) y Miranda Hobbes (Cynthia Nixon), y la cadena ya lanzó algunas imágenes promocionales sobre esta segunda parte que generaron comentarios de lo más absurdos. Usuarios de redes sociales rápidamente criticaron el aspecto de las tres protagonistas, asegurando que parecen demasiado mayores.
En una entrevista para Vogue, Sarah Jessica Parker afirmó: “Hay mucha conversación misógina en respuesta a nosotras que nunca habría con un hombre. Todo el mundo tiene algo que decir: ‘Tiene demasiadas arrugas, no tiene las suficientes arrugas’. Parece como si la gente no quisiera que estemos perfectamente a gusto con donde estamos, como si casi disfrutaran con que nos doliera lo que somos ahora, ya sea porque hayamos optado por envejecer de forma natural y no ser perfectas, o porque hagamos algo que nos hace sentir mejor. Sé cómo me veo. No tengo elección. ¿Qué voy a hacer? ¿Parar de envejecer? ¿Desaparecer?”.
“Me gusta que no intentamos rejuvenecer la serie. No incluimos a una sobrina de 21 años. Creo que es revolucionario hacer una ficción sobre mujeres de mediana edad, con sus cuerpos femeninos que envejecen”, explicó la protagonista.
Alerta patriarcado
En diálogo con Canal Abierto, la psicóloga feminista Antonella D’Alessio, también fundadora de la Red de Psicólogues Feministas, explica que esta clase de críticas que se les hacen a personas públicas sobre su apariencia, edad, peso o piel, tienen que ver con algo muy clásico del patriarcado que está relacionado con el sometimiento: “A las femineidades -es decir, a aquellas personas que vivimos en el mundo de las femineidades, que no somos solo las mujeres cis- se nos exige someternos a las reglas de la apariencia, de la belleza, porque ése sería nuestro máximo valor”.
La idea del patriarcado, explica D’Alessio, es justamente que todas tengamos como prioridad la realización personal relacionada a la apariencia: “Se trata de actividades que nos van cercenando, nos van sacando esas posibilidades de nuestras vidas a medida que vamos creciendo y lo que se intenta es que todas seamos iguales. La teórica feminista Celia Amoros habla de ‘Las idénticas’, y plantea que el patriarcado intenta una y otra vez homogeneizar a las feminidades de modo tal que terminemos siendo intercambiables, y que las únicas personas que se destacan sean ellos”.
“Hay cosas que no se nos permiten, como envejecer, engordar, estar a cara lavada que es nuestra forma más natural. Y el mismo mito indica que lo más natural para una mujer es ser joven y delgada, sonriente, siempre maquillada y con tacos, pero sin quejarse de que te duelen los pies”, indica la psicóloga sobre esta trampa, cuyo tironeo “es en el que terminamos viviendo constantemente entre lo que quisiéramos hacer y lo que sentimos que tenemos que hacer para poder vivir en este mundo sin recibir violencia”.
En este sentido, explica que: “No es verdad que una decide si maquillarse, depilarse, usar cremas antiarrugas o si intervenirnos quirúrgicamente o no. Más que una elección es una decisión que tomamos a partir de las grandes presiones que no sólo sentimos nosotras, si no que vemos cómo se ataca por ejemplo a las protagonistas de Sex and the City”.
Hay un disciplinamiento de las subjetividades que funciona muy bien. “Se nos exige constantemente que formemos parte de este grupo de personas que priorizan el estético, la apariencia, y se nos prohíbe envejecer y engordar”, dice D’Alessio. Entonces, indica la profesional, cuando esto no pasa “recibimos violencia que en general es simbólica y psicológica, como comentarios al pasar, o comentarios que parecieran expresar una preocupación por nuestro bienestar, porque nos quieren ver bien”.
¿Cómo empoderarnos y rebelarnos?
D’Alessio propone hacerle frente a esto rompiendo mandatos: “En esta intersección de género, edad, clase, etnia, corporalidad y otras características particulares de cada quien, cada persona tendrá más o menos posibilidades de defenderse de estos ataques. El mejor modo de defendernos es, en principio, darnos cuenta de que son ataques, y segundo, saber que nadie tiene derecho a decirnos cómo vivir y cómo existir en este mundo”.
Al respecto plantea sobre la importancia de “trabajar muy amorosamente y compasivamente con nosotras mismas en relación a todo eso que ya nos dijeron que tenemos que hacer y ser, para poder empezar a ver cuándo podemos empezar a dejar de lado los mandatos y empezar a decidir un poco más”.
Finalmente subraya: “De todos modos, hay muchos momentos en que no podemos entender estos comentarios como exigencias, como presiones, y no podemos evitar que sigan ejerciendo su poder en nuestro aparato psíquico. Entonces hay que pensar por qué siento que tengo derecho a opinar sobre los cuerpos y apariencias de otras personas”.