Redacción Canal Abierto | El 8 de febrero de 2012 los medios dieron la noticia que ningún entusiasta de la música de nuestro país hubiera querido escuchar: Luis Alberto Spinetta había fallecido. Aunque triste, la nueva no fue sorpresiva. Poco más de un mes antes el músico publicó una carta abierta en la que confirmaba un rumor según el cual padecía cáncer de pulmón. Sin embargo, el tono de la misiva era optimista y aseguraba que salía adelante y en poco tiempo sería un mal recuerdo.

«Quiero agradecer a todos por la buena onda que he recibido, y pedirles que no paniqueen, y no tomen en cuenta las noticias que han generado los buitres de turno», advertía antes de concluir pidiendo premura al volante ante las fiestas de fin de año que se avecinaban, como parte de su militancia en Conduciendo a Conciencia.

Su partida generó una sensación de orfandad en todos los seguidores que cosechó a lo largo de generaciones desde que dio sus primeros pasos en 1969. También implicó la primera pérdida de los nombres destacados de los pioneros de la cultura rock autóctona.

El recital de Las Bandas Eternas, realizado en diciembre de 2009 en el estadio de Vélez Sarsfield, funcionó como una suerte de despedida. Fue su última gran actuación en público. Y lo hizo a lo grande, convocando a todos los músicos que pasaron por sus bandas, reuniendo a las agrupaciones con las que inscribió su nombre entre los inevitables de la historia de la música popular argentina e invitando a otros con los que no compartió escenario, pero sí reconoce influencia, legado o amistad. Un festival que conjugó a grandes nombres de la historia del rock en torno a una figura aglutinante.

A vuelo de pájaro no se encuentran ejemplos similares en el rock producido en los países llamados centrales. Podrían pensarse en eventos como la celebración de los 35 años de carrera de Bob Dylan, pero en ese caso se trataba de un catálogo de amistades y artistas que recibieron su influencia más que de colegas con los que supo compartir escenario en años anteriores.

La excusa de la ocasión fue el 40º aniversario del primer simple de Almendra, puntapié inicial de su carrera profesional en la música. Que el de Almendra haya sido uno de los primeros discos editados dejó la vara muy alta, no sólo al propio Spinetta, sino a quienes  siguieron el camino iniciado por, entre otros, ese disco.

A lo largo de esos más de 40 años, Spinetta recorrió distintas propuestas pero sin nunca perder el rasgo distintivo. Una sonoridad y poéticas propias, que hacían inconfundible no solamente su obra sino su influencia en quienes lo tomaron como faro al cual dirigir sus objetivos creativos.

Sus creaciones dejaban las huellas de los insumos que contribuyeron a la elaboración de su obra. Así fue como Antonin Artaud, Carl Jung, Carlos Castaneda, Gilles Deleuze o Michel Foucault arribaron a bibliotecas de spinetteanos a partir de las escuchas del disco  firmado como Pescado Rabioso con el apellido del poeta surrealista francés, el disco Durazno Sangrando al frente de Invisible,  los dos primeros discos de Spinetta Jade, su disco a dúo con Fito Páez o Tester de violencia.

Y la producción iba acompañada de reflexión. De esto dan testimonio dos textos espaciados por 15 años: uno es el manifiesto Rock: música dura. La suicidada por la sociedad lanzado con motivo de la presentación de Artaud. Allí da cuenta de los peligros a los que se enfrenta la contracultura en momentos de su incipiente masificación.

El otro es Muchacha ojos de papel: desintegración abstracta de la defoliación, en el que plantea a su hit de la época de Almendra como un tema violento hacia la mujer a casi 20 años de su aparición, pero mucho antes de que el término deconstrucción dejara de ser corriente sólo para estudiantes de filosofía especializados en la obra de Jaques Derrida.

Todo esto conviviendo con el humor que puede apreciarse en parte de su obra, así como en los intermedios de sus recitales. Es notable en la edición para Spotify del recital de presentación de Artaud en el Teatro Astral que durante décadas circuló de manera pirata, de 27 tracks, 13 son interludios en los que Spinetta presenta las canciones, bromea e intercambia con el público. También es recordada la foto en la que cedió a los paparazis durante su relación con la modelo Carolina Peleritti con un cartel que sugería “Leer basura daña la salud. Lea libros”.

La vida de Luis Alberto Spinetta culminó hace hoy 10 años, pero sigue intacta su obra que puede apreciarse en sus 36 discos  publicados a los largo de su vida, dos trabajos póstumos y decenas de grabaciones pirata que recrean la experiencia de un concierto en vivo del cantante.

Recibí más periodismo de este lado

Archivo historico