Redacción Canal Abierto | Los resultados de las elecciones presidenciales de Francia arrojaron un ballotage que definirá la presidencia de ese país entre el actual mandatario Emmanuel Macron y la referente del partido de ultra derecha Frente Nacional, Marine Le Pen. En España, una coalición integrada por el Partido Popular y Vox asumió el gobierno de Castilla y León. Estos dos datos invitan a analizar el peso que empieza a tener una derecha radicalizada que hasta hace poco tiempo se expresaba de manera marginal en Europa.
Pablo Stefanoni es doctor en Historia y en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? analizó el crecimiento de este tipo de agrupaciones en distintos puntos de Europa. Entrevistado por Canal Abierto, planteó que “las elecciones de Francia son un buen lugar para analizar a la extrema derecha porque está muy asociada a una palabra que se usa mucho en Francia que es la de desdiabolización o la desdemonización”.
Stefanoni recordó que “hace 20 años su papá, Jean Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta por primera vez y eso fue un shock para Francia. Sacó 16% en la primera vuelta y en la segunda subió sólo un punto. En ese momento Chirac agarró todo el voto de lo que llamaba el cordón sanitario contra extrema derecha y sacó más de 80%. En el 2017 Maríne Le Pen llegó al balotage. Fue la segunda vez que la extrema derecha pasó y ya obtuvo 34% en esa segunda vuelta”.
“Esta vez es posible que supere y que llegue por lo menos al 45 o 46%. Entonces sería la mitad de Francia la que estaría votando por Maríne Le Pen. Se está viendo que es realmente persistente la presencia de la extrema derecha. A su vez, ella fue transformando mucho su discurso, fue volviéndose mucho más amable. Aparece como una candidata más normalizada. Por ejemplo, ya no propone salir de la Unión Europea como antes. Tomó posiciones diferentes sobre el matrimonio igualitario: no lo apoyó, pero tampoco participó de las protestas. Hay muchos referentes gays en el Frente Nacional”, agregó.
“En esta campaña está llamando a la izquierda a votarla a ella -continuó el analista- diciendo que es necesario que voten en común contra un gobierno antisocial como el de Macron. También está planteando instaurar un sistema de referéndum por iniciativa ciudadana que es una demanda de democracia directa que muchas veces es la izquierda la que propone ese tipo de cosas”.
A la hora de hablar del caso de España, Stefanoni lo diferenció de la situación de Francia: “Lo que estamos viendo es que empieza a ver coaliciones de gobierno regionales con el Partido Popular, que es la derecha tradicional española. Mientras que en el caso francés se derrumbaron por completo tanto la derecha de gobierno como la izquierda de gobierno. En el caso español, el país está gobernado por una coalición entre el Partido Socialista Obrero Español y Podemos, pero hay una recomposición de la derecha y empieza a haber alianzas regionales como la que asumió en la comunidad de Castilla y León, que es la primera alianza de gobierno local entre el Partido Popular y Vox, que es la extrema derecha española”.
“Ahora muchos están mirando eso como un experimento para otras regiones, pero también para el país. Si uno mira las encuestas ahora una alianza entre la derecha y la extrema derecha podría tener mayoría. A diferencia de francia, España es un país parlamentario, entonces hay que construir. Primero hay que tener los diputados y después tenés que armar una mayoría con eso para elegir el presidente. Hoy, según las encuestas, la derecha y la centro derecha podrían conseguir una mayoría para gobernar. Entonces esto va a ser un experimento para ver cómo se llevan”, señaló.
Retomando la idea planteada en su libro, Stefanoni se refirió al lugar que ocupan las fuerzas desde el progresismo a la izquierda ante este escenario y aventuró que “la crisis del socialismo real, la explosión de ese modelo que era el único que aparecía como el modelo alternativo al capitalismo y todo lo que generó fue un golpe del cual la izquierda no se recuperó del todo. Afectó incluso a la izquierda que no apoyaba eso. Esa situación generaba un juego de equilibrios. Porque incluso muchas de las reformas que hacían los socialdemócratas se pudieron hacer porque había una especie de correlación de fuerzas globales y estaba el temor al comunismo que hacía que se aceptaran también ciertas reformas”
“Pero la izquierda anticapitalista nunca se recuperó de eso. No surgieron otros modelos alternativos. ¿Qué propuestas de modelos económicos hay? ¿O de sociedad? Si nos dijeran ¿qué modelo de sociedad querés considerando que tenés la correlación de fuerzas ideales, qué harías? ¿Qué construirías? ¿Qué mundo?¿Qué harías con la economía? No es tan fácil responder eso. Y no es casual que estén en crisis la izquierda y también el liberalismo más clásico. Lo que construyen son más bien retro utopías. Uno ve que muchas muchas veces la utopía ya está en el pasado y no en el futuro”, agregó.
“Alguien dijo que hay una especie de indignación, pero sin el correlato de la posibilidad de emancipación. La izquierda capturaba la indignación social, pero la transforma en algo positivo. Hoy hay mucho de esa indignación, pero sin ese principio de esperanza de que las cosas cambien. Y ese me parece que es un terreno que favorece que estás derechas alternativas puedan canalizar ese descontento social y esa falta de perspectivas”, concluyó.