Redacción Canal Abierto | Por definición, la agroecología es la ciencia, el movimiento y la práctica de la aplicación de los procesos ecológicos en los sistemas de producción agrícola. Se trata de un paradigma que busca minimizar la introducción de recursos externos a la unidad productiva, como fertilizantes, semillas genéticamente modificadas y agroquímicos, ampliamente utilizados en el mundo y particularmente en la Argentina.
Ingeniero agrónomo y fundador de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (Renama), Eduardo Cerdá es uno de los principales promotores de este modelo alternativo. Desde junio de 2021 su prédica tomó un tinte más institucional, al frente de la Dirección Nacional de Agroecología.
“Nuestros estudios demuestran que los costos son menores y los rendimientos muy buenos, a lo que se suma el hecho de que los productores no tienen que endeudarse para comprar agroquímicos que son importados, en dólares”, señala con entusiasmo pese a las dificultades del desafío. «Tenemos estudios de los últimos 10 años que demuestran cómo el modelo hegemónico perdió plata en cuatro oportunidades, mientras que la agroecología en ninguna».
Y es que el uso de herbicidas en Argentina se incrementó cerca de un 1300% desde 1991, cuando el modelo hegemónico de producción ingresó en nuestro país. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). el uso anualizado de herbicidas -que representan el 75% de los agroquímicos utilizados- pasó de 19,7 millones de kg/l (se utiliza la expresión kg/l para indicar que pueden ser kilogramos o litros del producto) a 252,1 millones en el año 2011. Según datos oficiales de las empresas que comercializan estos productos y de fuentes del negocio agrícola, para el año 2018 se llegaron a usar 525 millones de Kg/l de herbicidas.
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Como si estos datos históricos no evidenciaran la complejidad de su pelea, el ministerio de Agricultura avanza en la profundización del agronegocio: en mayo de este año el Gobierno argentino completó la aprobación del trigo transgénico HB4 con tolerancia a la sequía, una manipulación genética adicta al glufosinato de amonio (heredero del cancerígeno glifosato).
Pese a remar contra esta corriente y tener que disputar contra gigantes como Monsanto y Syngenta, Cerdá no duda en celebrar los avances. “Quienes estamos en este camino, hace 20 años no hubiéramos imaginado esta evolución de la agroecología: por ejemplo, en un año pasamos de 16 grupos de Cambio Rural (herramienta de extensión para fortalecer la competitividad de pequeñas y medianas empresas agropecuarias) a 140, es decir que son aproximadamente mil productores más que están en camino a la agroecología”.
«No se construye de un día para el otro, este es un proceso gradual y sostenido», advierte en esta entrevista realizada durante el II Congreso Nacional de Alimentación Sana, Segura y Soberana que se realizó en noviembre de este año en Gualeguaychú. El municipio entrerriano es el primero del país en prohibir el uso, venta y comercialización de glifosato, un hito a destacar en una de las provincias del país donde más se utiliza agrotóxicos.
¿Los desfíos inmediatos? «Es una etapa para persuadir y contagiar, para sumar municipios a las 100 localidades que hoy por hoy ya tienen programas de fomento de la agroecología, actualizar los planes de estudio para que las universidades acompañen el cambio, visibilizar experiencias productivas exitosas y expandir el mercado de consumidores». Nada más y nada menos.
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Entrevista: Diego Leonoff