Redacción Canal Abierto | Allá por 2008, nacía en el Hospital Moyano, FM Desate, una radio integrada por pacientes y la psicóloga Silvia Maltz. Actualmente, la radio pasó a ser un podcast y se distribuye por distintas emisoras, además de sus propias redes sociales (@desate_radio en Instagram; “desate” en Soundcloud; y “desateok” en Facebook).
En diálogo con Canal Abierto, Maltz recorrió los inicios de esta idea, el trabajo que estas pacientes hacen, la Ley de Salud Mental y el lugar que ocupa la locura en esta sociedad.
¿Cómo comenzó Desate? ¿Cuál fue el motivo que te llevó a crearla?
-Como toda idea, comienza por ahí. Después, la manera en que uno lo va a instrumentando y lo va creando tiene que ver mucho con lo institucional, es decir con cuáles son los alcances, los permisos, las aperturas que uno puede llegar a tener este en la institución y también, obviamente, los propios criterios en relación al objetivo o al o al interés por este dispositivo.
El conocimiento de las grandes dificultades que se establecen en este tipo de población y en estas instituciones te lleva a entender que condicionan cierta vida. Es propio de las dificultades emocionales y también de las instituciones que sea muy difícil establecer vínculos. Es muy difícil establecer lazos, es muy difícil poder pensar en inclusiones sociales, en poder vivir por fuera de las instituciones cuando la problemática social y económica suele ser tan grave para esta población.
Entonces, esto llevó a poder establecer un dispositivo de comunicación, de lazos, de pensar y que pueden ser escuchadas en el afuera, que otros puedan escuchar ciertas realidades, y por sobre todas las cosas escuchar a mujeres en un contexto determinado, que tienen algo mucho más que decir además de su dolor o de su padecer.
¿Eso hizo el click?
-Sí. Me parece que ahí es donde uno se puede correr del padecer para poder intercambiar, para poder crear, para poder repensar dónde vivo, con quién vivo, en qué país me establezco, cuáles son las coordenadas sociales y culturales que me establecen. Eso hace también a la salud mental.
La salud mental no es ausencia de síntomas o ausencias de padeceres. La salud mental tiene que ver básicamente con la inclusión, con los derechos humanos, el derecho a comunicar, el derecho a ser atendido, el derecho a participar, el derecho a tener un lugar donde vivir y desarrollarse.
Entonces, justamente en la radio de lo que se habla, de lo que se polemiza, de lo que se trae, es esto: las cosas de la vida, las cosas laborales, las cuestiones políticas, las cuestiones sociales, la realidad de la salud mental, la realidad de la problemática, de lo que implica vivir en estos lugares, en lo manicomial de alguna forma.
¿Manicomial por qué?
-Por esta pérdida de derechos, por esto de no tener otra posibilidad en la vida que esto. Entonces se está condicionado a vivir bajo una determinada lógica que no es la que uno elige, porque no se hacen las transformaciones que se deberían hacer. Se está sometido a ello.
En este camino que ya llevan recorrido, ¿qué significa la radio hoy para estas pacientes que son parte del proyecto y que representa la radio para ellas?
-La radio es para ellas implica la idea de trabajo, la idea de responsabilidad, la idea del encuentro con otros. Ellas cobran a través del Ministerio de Trabajo una especie de subsidio por trabajar en la radio, lo cual las traslada a un nivel de responsabilidad mayor, a una identificación con su trabajo muy particular. Pero además es un espacio donde ellas se nombran de otra manera porque son comunicadoras en salud.
Entonces, no es lo mismo ser la paciente con historia clínica tal y tal, que ser comunicadoras en salud. Desate de alguna manera les arma otra escena en la vida, las obliga a repensar un lugar distinto y una responsabilidad distinta respecto de su estar en el hospital en relación a la salud y respecto a su vida. Porque muchas pacientes se van de alta, pero a la radio siguen viniendo, porque ahí hay un lugar de locución, un lugar de reflexión, un lugar de lazo amoroso, de un lugar de trabajo, de pertenencia también. Ellas son las chicas de Desate.
Esta denominación tiene un peso muy importante para el quehacer psíquico emocional. Tiene que ver con lo identificatorio.
¿Cómo pusieron a andar la radio? ¿Hubo más gente involucrada?
-En este transcurrir de la radio y de la institución yo me fui relacionando con personas ligadas a la comunicación. Porque si algo tuve siempre claro es que yo soy psicóloga y terapista ocupacional, no comunicadora, no locutora de radio. Solamente soy oyente de Radio, por lo cual me tenía que relacionar y nutrir de aquellas personas con ese saber.
Y que por otro lado hay que saber reconocer que uno no sabe todo. Por lo tanto es muy importante que vengan a transmitir ese saber. Eso es lo que hicieron la gente del ISER
Una cosa es lo que yo puedo estar trabajando con las chicas en relación a las vicisitudes cotidianas que se presentan y otra cosa es la técnica, y otra cosa es el requerimiento, y la determinada forma de expresar, o la voz, o el guión, etcétera. Antes estuvieron la gente de de la cátedra de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales. Ellos fueron los que nos ayudaron a armar, a construir el puntapié y a pensar el nombre.
Es un nombre muy particular Desate…
-Sí, refiere a mucho. Desate de ilusiones, desate de ideas, desate de posibilidades, desate los nudos, desate las broncas. Se desatan muchas cosas.
¿Más o menos cuántas mujeres hay involucradas en este proyecto?
En este momento tenemos ocho. Demasiadas para el espacio que lamentablemente tenemos.
¿Y hay alguna instancia de réplica de esta iniciativa en otros establecimientos?
Sí, hay muchos lugares. Por ejemplo, estuvimos en Mar del Plata en el Congreso de Artes de Salud Mental con muchas provincias.
¿Y están formando también lazos con esas con ellas?
Por supuesto, siempre. Nosotras con La Colifata tenemos contacto permanentemente, al punto que muchas de nuestras chicas van a La Colifata también.
Si hay algo que queda claro para mí es que cómo ellas quieran recorrer, donde quieran recorrer donde quieran de alguna manera llevar su experiencia es a libre albedrío.
¿Cómo ves a la salud mental, especialmente en estas mujeres? ¿Qué se podría mejorar?
-Estas mujeres no escapan a la realidad de otra mujer, ni a sus derechos, sus diferencias, o a los desniveles que hay en relación a las mujeres y a los hombres. No escapan a eso obviamente, y si además son mujeres bajo el rótulo de “mujeres del Moyano” imagínate, porque el estigma también pasa por la locura.
La radio y presentar como presentamos estos programas tiende y quiere atacar esa lógica y que puedan escuchar a mujeres pensantes, no a las locas del Moyano o a las pobrecitas del Moyano. Mujeres pensantes que reflexionan sobre determinados temas, que abordan determinados temas, que sienten, que viven, que sufren como cualquier humano.
¿Y qué necesita cambiar en el sistema de salud mental?
-Nosotros contamos con una Ley Nacional de Salud Mental que justamente apunta a recobrar derechos, derecho a la salud, a la vivienda, al trabajo, a la inclusión, a poder terminar con esa lógica de encierro y pensar que al hospital hay que ir para mejorar, no para vivir. Hay que vivir en otro lugar, que a veces se puede con la familia y a veces no.
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Por otro lado, no hay manera de proveer -o mejor dicho, hay manera pero no se cumple- lo que dicen la ley: casas de medio camino, residencias, etcétera, donde se pueda vivir y con todo lo que implica la vida, ser lo más autogestivo posible e ir al hospital a tratarse pero no a vivir. Esto ya te marca una diferencia sustancial y fundamental. La vida es por fuera del hospital.
Porque una vez que salen de la problemática crítica, no hay razón para vivir en el hospital. Tiene que haber consultorios externos, tiene que haber hospitales de día, hospitales de noche, residencias, clubes, tiene que ver formas de recrear trabajo para que esas personas puedan incluirse laboralmente, respetando por ejemplo el famoso 4% que dice que el Estado y las empresas deben tener un 4% del personal con discapacidad.
Es decir, si las leyes se cumplieran, si se llevaron a cabo, todo sería más sencillo y menos doloroso y menos frustrante. No digo que perfecto, pero menos doloroso, más sociable, más humano.
¿Crees que todavía se sigue estigmatizando demasiado el tema de la salud mental?
-Totalmente, sí. Durante los asesinatos que hubo este año, con personas que obviamente no están bien psíquicamente, muy trastornadas con grandes patologías, lo primero que se estigmatizaba era la Ley Nacional de Salud Mental.
Lo primero que decían era que el problema es la Ley Nacional de Salud Mental porque al paciente no se lo podía internar. Grave mentira. Decían que quedaba al libre albedrío del paciente internarse. No es así, hay internaciones voluntarias e involuntarias. Eso es desconocimiento, es falta de interés por el tema de la salud mental y la locura.
¿Qué lugar tiene la locura?
No tiene el lugar de la salud mental, no tiene el lugar de salud de enfermedad, tiene lugar de estigma. Y se ve por ejemplo en los medios de comunicación. Automáticamente, cuando por cuestiones o estados de locura se cometen actos delictivos, ¿a quién se le echa la culpa? a la Ley Nacional de Salud Mental. Es automático, como si antes de la ley nunca hubiese pasado. La ley habla de un compromiso social, político e ideológico que no se está dispuesto a asumir.