Por Inés Hayes | El periodista y escritor Alexis Oliva, integrante de la conducción del Cispren, presenta este sábado a las 19 La violencia nació conmigo en Caburé Libros (México 620, CABA) con entrada libre y gratuita. El libro recopila un conjunto de trabajos de investigación y narración periodística conectados por lo biográfico y los derechos humanos. En él pueden leerse perfiles de Julio Troxler y su esposa Leonor Von Wernich, el periodista Sebastián Moro, el líder montonero Sabino Navarro, la dirigente social Milagro Sala, la nieta recuperada Marcela Solsona Síntora y la referente campesina Ramona Orellano, entre otras.
¿Cómo nació la idea del libro?
El director de la editorial Recovecos, Carlos Ferreyra, me propuso editar una selección de crónicas e informes de investigación. Pero yo quería que el libro tuviese un hilo conductor y pudiera leerse como una totalidad. Y eso fue apareciendo en torno a dos ejes muy nítidos: lo biográfico y el conflicto. El proceso comenzó con el inicio de la pandemia y llevó bastante tiempo, porque además de la selección y edición me propuse actualizar esas historias con epílogos. Eso fue también una oportunidad de volver a vincularme con esas personas y colectivos, algo que raras veces ocurre en la urgencia del trabajo periodístico. Creo que el libro es fruto también de cierta impotencia, porque a veces uno se esfuerza en investigar y hacer una denuncia sólida y después no pasa nada. Entonces, que estas historias puedan actualizarse y volver a salir a la luz puede aportar por lo menos a que sus protagonistas no sean olvidados.
¿Cómo elegiste los perfiles?
En un principio, son historias con las que me crucé, que me motivaron o conmovieron por alguna situación de injusticia, de despojo, de resistencia o de invisibilidad, y eso me llevó a querer escribir sobre ellas y hasta donde fuera posible con ellas. Después, para la edición del libro, la selección tuvo que ver con la vigencia de ciertos conflictos y con un espectro temático reflejado en los capítulos: lesa humanidad, derechos humanos y cárceles, género y diversidad y conflictos sociales.
¿Qué te resultó más llamativo de las historias?
Son historias de vidas dispares y que abarcan diversos temas, desde militancia revolucionaria y crímenes de lesa humanidad hasta género y diversidad. Sin embargo, hay algunas cuestiones comunes que asombran: la impunidad de la violencia del poder, la actuación revictimizadora de la Justicia institucional, por ejemplo, y frente a eso, la capacidad de resistencia de las personas que luchan por sus derechos y lo indispensable que es la solidaridad y la construcción colectiva para que esa lucha pueda prosperar. Lo otro es la potencia narrativa y dramática, que a uno le lleva a pensar que en este país la realidad supera a la ficción. Más de una vez me dijeron: “Che, con esa historia tenés que escribir una novela”. Pero no, son personas reales atravesadas por la historia real y merecen que uno haga el esfuerzo de contar su historia con los rigores de la no-ficción.
¿Qué esperás de la recepción del público?
Por su contenido y su propia génesis, este libro debía volver a los territorios y de ser posible a sus protagonistas y los colectivos de los que forman parte o que los acompañaron. Estas historias también pueden ser disparadoras de debates políticos, que bastante falta nos hacen. Por eso a pesar de que en 2021 ya estaba casi listo, lo demoramos porque no queríamos publicarlo en pandemia y tener que presentarlo a través de plataformas virtuales. Eso es lo primero que espero, el encuentro cara a cara con sus potenciales lectores. Y también tengo la esperanza de que su lectura despierte sensibilidades y deseos de enfrentar las injusticias y construir un mundo un poco más justo.
¿Cómo lo recibieron los y las protagonistas?
Desde que la primera versión de estas historias se publicó en distintos medios hasta la salida del libro en septiembre pasado, algunos protagonistas fallecieron y no llegaron a conocerlo. En el caso de quienes todavía están entre nosotros, la mayoría ya lo ha leído, incluso han participado en algunas presentaciones. En general, hay una valoración. Por lo menos en relación a lo que he tenido cuidado de no hacer: reproducir los estigmas y prejuicios con que abordaron su historia ciertos medios hegemónicos. Aquí, más allá de la investigación, los documentos, el contexto, las entrevistas, incluso a las fuentes del poder o los victimarios, la crónica surge desde el testimonio. Y a pesar de ser historias dramáticas, trata de rescatar una esperanza cifrada en la dignidad de sus protagonistas y su entorno solidario.