Por Leo Vázquez | Como cada 24 de abril, hoy se conmemora el aniversario del genocidio armenio. El plan de eliminación sistemática llevado a cabo por el Imperio Otomano entre los años 1915 y 1923 se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con deportaciones en condiciones extremas que llevaban a la muerte a muchos de los deportados. Como resultado directo del genocidio, alrededor del mundo se formaron comunidades de la diáspora armenia.
La primera etapa del Genocidio fue el secuestro, deportación y asesinato de líderes políticos, eclesiásticos e intelectuales a partir del 24 de abril de 1915. Fueron perseguidos y asesinados por el gobierno del Comité de Unión y Progreso, los “Jóvenes Turcos” en el Imperio Otomano.
Impunidad
Aunque el gobierno de la República de Turquía, sucesora del Imperio Otomano, no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieron, no admite que se trató de un genocidio y sostiene que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo, sistemático y premeditado dispuesto por el Estado otomano, sino que se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre durante la Primera Guerra Mundial.
La impunidad del Estado perpetrador fue, a la luz de la evidencia, inspiración para Adolf Hitler, que el 22 de agosto de 1939, pocos días antes de invadir Polonia e iniciar la Segunda Guerra Mundial, bramó: “¿Quién, después de todo, recuerda hoy el exterminio de los armenios?”.
Un segmento del discurso dado por Hitler a los comandantes de la Wehrmacht en su Obersalzberg lo registra preguntando retóricamente: “¿Quién, después de todo, habla hoy de la aniquilación de los armenios?”. Según consigna la enciclopedia digital Wikipedia, la historiadora Margaret Anderson supone que “no tenemos ninguna razón para dudar de que la observación sea genuina, tanto el ataque como la defensa ocultan una realidad obvia” que el genocidio armenio ha alcanzado el “estado icónico… como el vértice de los horrores imaginables en 1939” y que Hitler lo usó para persuadir a los militares alemanes de que cometer genocidio provocó una gran “charla”, pero ninguna consecuencia seria para una nación que perpetra el genocidio.

El plan: Los 10 artículos del genocidio
El diario Página/12 publicó el documento conocido como “Los diez mandamientos del Comité Unión y Progreso”, que constaba de 10 artículos y está fechado entre finales de 1914 y comienzos de 1915.
- –Art 1: Se deben cerrar todas las asociaciones de armenios basándose en los artículos 3 y 4 de la Ley de Asociaciones: arrestar a los miembros ejecutivos que se oponen al gobierno del CUP, deportarlos a ciertas provincias como Mosul y Bagdad y matarlos durante la ruta de deportación o una vez que lleguen al destino final.
- –Art 2: Recolectar todas las armas que sean propiedad de los armenios.
- –Art 3: Se debe preparar a la opinión pública musulmana a través de los medios apropiados, por lo cual se deben organizar algunos incidentes planeados –como Rusia hizo en Bakú- en ciudades como Van, Erzurum y Adaná, donde los armenios por sus propias acciones se han ganado el odio de los musulmanes.
- –Art 4: Dejar la total implementación de las acciones a la población general en provincias como Erzurum, Van, Mamuret-ul aziz y Bitlis, y usar las tropas y fuerzas militares en lugares como Adaná, Sivas, Bursa, Izmit e Izmir.
- –Art 5: Aplicar (medidas) de aniquilación a los maestros de las escuelas y especialmente a los hombres menores de 50 años. (Dejar vivos a las mujeres y niños para que sean convertidos al Islam).
- –Art 6: Organizar a las familias de aquellos miembros que han escapado y tomar las medidas para cortar completamente los lazos que los unen con sus hogares.
- –Art 7: Licenciar a todos los oficiales armenios de los puestos gubernamentales y demás rubros bajo la acusación de espionaje.
- –Art 8: Aniquilar a los hombres en servicio en el ejército bajo una manera apropiada.
- –Art 9: Iniciar todas las medidas al mismo tiempo para no dar la oportunidad de que preparen medios para su defensa.
- –Art 10: Mantener esta Carta de Instrucción en la más completa privacidad.
El comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul. En los días siguientes, la cifra de detenidos ascendió a 600. Una orden del gobierno central estipuló la deportación de toda la población armenia, que no contaba con los medios para subsistir. La marcha forzada de los armenios por cientos de kilómetros, que atravesó zonas desérticas, provocó que la mayor parte de los deportados pereciera víctima del hambre, la sed y las privaciones. Los supervivientes eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, con frecuencia acompañados por bandas de asesinos y bandoleros. Previamente habían tenido lugar en los años del cambio de siglo dos históricas matanzas, en las que se estima fueron asesinados 330.000 armenios.
La segunda etapa fue la eliminación de los hombres aptos para combatir, o sea aquellos de entre 18 y 40 años. Más de 60 mil hombres armenios fueron reclutados al ejército otomano y luego asesinados.
La tercera etapa fue el comienzo de las deportaciones masivas de armenios hacia los desiertos de Siria, como Deir ez-Zor, y la Mesopotamia. La mayoría eran mujeres, ancianos y niños, sometidos a torturas extremas.

Argentina
En Argentina desde 2007, a través de la promulgación de la Ley 26.199, se declaró el 24 de abril como el día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos en conmemoración del genocidio armenio.
El artículo 2 de esta ley autoriza a todos los empleados y funcionarios de organismos públicos y a los alumnos de nivel primario y secundario de origen armenio a disponer libremente de la jornada.
Para entender el contexto político y económico de aquel crimen y sus consecuencias, Canal Abierto dialogó con el historiador e investigador sobre genocidio armenio, Alexis Papazian, cuando se cumplieron 105 del inicio del genocidio.
El reconocido periodista especializado en historia y política internacional Leandro Albani, señala en su artículo para La Tinta que “para el Estado turco, que nació como república en 1923, el genocidio armenio es un hecho negado una y otra vez. Desde Armenia y en su extensa diáspora ―que se calcula en un total de ocho millones de personas―, no existen diferencias cuando se trata de denunciar a Turquía y su negacionismo. Tampoco hay divergencias a la hora de recordar lo que sucedió hace más de cien años y convertirlo en una memoria vigorosa, que recoge historias, vivencias, hechos de resistencia y la construcción social desde la ausencia de la tierra originaria. En el caso de Argentina, la profusa edición de libros al respecto es un ejemplo de la transmisión de la historia de generación en generación, pero también de comunicar lo que sucedió más allá de los propios armenios y armenias”.

La misma publicación recoge el testimonio de Aram Mouratian, director del Consejo Nacional Armenio de Sudamérica (CNA), que señala que “si bien el carácter del crimen es transversal y la lucha por su reconocimiento es universal, el caso de la diáspora es constitutivo de su identidad. Es innegable que la existencia de la diáspora se debe al proceso genocida y sus marcas perduran al día de hoy. Es el lugar también, ante la ausencia de un Estado armenio independiente, desde donde se motorizaron los primeros reclamos ante la comunidad internacional y desde donde se lograron los primeros reconocimientos a pesar de las presiones de Turquía”.
“El Estado moderno turco fue edificado sobre la sangre de las víctimas de un proceso genocida y no sólo fue responsable de la última etapa del exterminio, sino también de hacer del negacionismo una política de Estado. No solo niega el crimen del pasado, sino que comete nuevos delitos. La República de Turquía y Azerbaiyán combaten, utilizando todos los medios a su alcance, cualquier avance o reconocimiento del genocidio, ya sea mediante sus representantes diplomáticos, presiones económicas e, incluso, amenazas y extorsiones”, advierte el especialista.

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Foto principal: Ejecuciones a armenios, Constantinopla, 1915 . Imagen: genocide-museum.am / Tomada de Página/12