Redacción Canal Abierto | El informe presentado recientemente por el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA (Universidad Católica Argentina) revela datos que estremecen: 6.100.000 (51,7%) de chicos y chicas viven en hogares con ingresos por debajo de línea de pobreza (“pobreza monetaria”).
Por otro lado, si se amplía más allá de lo meramente monetario, considerando carencias de vivienda, de salud o de educación, alcanza a 7.500.000 de menores (63,4% del total).
El flagelo de la pobreza es quizás la deuda más grave de la democracia argentina: luego del aumento exponencial durante la dictadura cívico militar -que llevó los índices de un dígito a cerca del 24% en 1980-, ningún gobierno constitucional fue capaz de dar respuestas de fondo a la problemática.
Sin embargo, es en los últimos años -junto a aquellos en torno al crítico diciembre de 2001- que encontramos una de las aceleraciones más importantes en el proceso de pauperización de las condiciones de vida de la población.
Según la investigación de la casa de estudios católica, la “pobreza monetaria” se incremento de 7,7% durante 2018. También creció la cantidad de hogares que no tienen ingresos suficientes para vivir, pero donde además sufren malnutrición, no hay agua potable o cloacas, o tienen problemas para acceder a la educación o escaso nivel de atención sanitaria: aumentó más del 4% en el mismo periodo, lo que significa que sumó alrededor de 600 mil chicos y chicas.
Otro índice que marca esta triste tendencia es que en 2017 había un 7,1% de menores con problemas de alimentación, mientras que el año pasado se registró un 11,2% en esta situación.
En lo que respecta al conurbano bonaerense, el distrito más poblado, el 74,8% de la población infantil tiene problemas de pobreza estructural mientras que en el 89,8% de las villas o asentamientos se profundiza la grave situación de falta de alimentos, salud, higiene o atención sanitaria en los chicos.
Fotografía: Valerio Bispuri
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