Redacción Canal Abierto | “Me parece increíble que tengamos un Ministerio de Ganadería que se ocupa de cuidar a las vacas y no haya un organismo de igual jerarquía para cuidar la salud de la gente”, escribió Perón en 1945 a Ramón Carrillo. Al poco tiempo, el primero se convertiría en Presidente; y el neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista, en el primer ministro de Salud de la Argentina.
Desde entonces, excepto durante la autodenominada Revolución Libertadora y la dictadura de Juan Carlos Onganía, todos los gobiernos coincidieron en respetar la centralidad y el status ministerial que el primer peronismo había dado al área. Al menos fue así hasta el 5 de septiembre del 2018, cuando Mauricio Macri tomó la decisión de quebrar aquella tradición. Ese día, el ex Presidente degradó por decreto a los Ministerios de Ciencia y Tecnología, Cultura, Energía, Agroindustria, Salud, Turismo, Ambiente, Trabajo y Modernización en secretarías.
Y si bien es cierto que el rango ministerial no hace a las políticas públicas per sé, son estos gestos institucionales los que expresan los lineamientos de un gobierno.
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Por otra parte, sería una simplificación absurda creer que aquella degradación -cuando menos, simbólica- fue el mayor gesto de abandono macrista en materia sanitaria. Sin dudas, más importante aún es el hecho de que, en sus cuatro años de gestión, Cambiemos redujo en términos reales en un 23% el presupuesto de salud y en 43,46% el de ciencia y técnica.
No obstante, es importante señalar que los recortes en estos sectores no fueron fruto de un ambicioso plan de modernización -como intentó argumentar el ex mandatario- ni una decisión soberana para reducir el déficit fiscal. En 2016, el propio Fondo Monetario Internacional aconsejaba a Mauricio Macri ajustar los fondos públicos destinados a salud y educación. Casualmente, entonces el organismo internacional ponía de ejemplo a Estados Unidos, Italia y España. Los estragos que está causando el coronavirus y sus sistemas de salud semi privatizados merece, al menos, una reflexión.
En la misma línea, mayor relevancia tuvo el vaciamiento macrista de numerosos programas estatales y el despido de más de 30 mil trabajadores del sector público. Entre ellos, miles de profesionales de la salud, como los 205 del Hospital Posadas (uno de los centros más importantes de la provincia de Buenos Aires).
“Nosotros tuvimos en los últimos cuatro años un 65% de pérdida salarial. Un científico que ingresa a la institución tiene que estar 6 años en la carrera profesional para recién alcanzar como salario 40 mil pesos, que es el nivel de pobreza. La mayoría de los técnicos y administrativos ganan sueldos más cercanos a la línea de indigencia que a la línea de pobreza”, señaló Fabián Martín, farmacéutico del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Dr. Carlos Malbrán y secretario general adjunto de la Junta Interna de ATE en el sector. En diálogo con Canal Abierto, el profesional agregó: “a eso hay que sumarle casi 100 vacantes perdidas en los últimos años y que prácticamente no entraron reactivos”.
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A esto podríamos agregar las innumerables denuncias de faltantes de medicamentos y vacunas para enfermedades como el sarampión, meningitis, hepatitis A y B y varicela. En este sentido, cabe aclarar que la no sólo se trató de una reducción en la compra producto del ajuste presupuestario. También hubo notables fallas en la distribución y aplicación de las vacunas en las diferentes provincias.
El ejemplo más palpable y mediático de esta situación fueron las 12,4 millones de dosis de vacunas rescatadas por el ministro de Salud, Ginés González García, y que se encontraban retenidas en la Aduana del aeropuerto internacional de Ezeiza.
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Y si hacía falta otro papelón para que quedara en evidencia la desidia y falta de gestión, días atrás se develó el hallazgo de equipos de cibersalud abandonados en un depósito del Correo. Estos habían sido adquiridos como parte de un programa para interconectar cerca de 400 centros de salud. Faltaba hacerlo con cien pero Cambiemos abandonó los equipos que son del año 2014.
Hace algunas semanas y con la pandemia en ciernes, Mauricio Macri ensayó una crítica a la gestión de Alberto Fernández cuando aseguró: «Para mí, algo mucho más peligroso que el coronavirus es el populismo”.
Luego, ya con la cuarentena obligatoria decretada en todo el país, el ex presidente volvió a hacer gala de su afán por priorizar la salud de los mercados por sobre la de la población: según fuentes oficiales, se comunicó con Alberto Fernández y sugirió no hacer «nada» e imitar el criticado «modelo inglés» que por entonces indicaba no tomar «medidas drásticas” para no frenar la economía.
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A las pocas horas, el ex mandatario y hoy titular de la Fundación FIFA quedaría en ridículo luego de que el principal líder en impulsar dicha inacción, el primer ministro británico Boris Johnson, no tuviera más alternativa que ordenar tres semanas de confinamiento obligatorio.
En definitiva, estas semanas de cuarentena y aislamiento pueden ser útiles para un ejercicio de la memoria. No sólo en este 24 de marzo, con motivo del 44º aniversario del golpe de estado, sino también de un pasado reciente lleno de vaivenes en materia de políticas públicas. ¿Por qué los argentinos votamos a quien votamos? ¿Cuáles son las consecuencias de esas elecciones? En medio de esta pandemia que azota el mundo, ¿qué presente tendríamos si Mauricio Macri hubiera sido reelecto?