Redacción Canal Abierto | “La Humanidad no tiene que buscar culpables puntuales sino empezar a asumir las responsabilidades colectivas. No es culpa del murciélago, ni del chino que se comió el murciélago. Lo que está pasando tiene que ver mucho más con un contexto donde se ha arrasado el territorio, donde a ese murciélago se lo ha corrido de su hábitat natural, se ha contaminado el agua, el aire, la tierra. Ese es el costo que hoy pagamos”.
Orlando Carriqueo, quien sostiene estas palabras, es werken de la Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro. Desde allí, enarbola una cosmovisión que los pueblos originarios sostienen desde siempre: las formas de vida que impulsa el capitalismo han propiciado las condiciones que atentan contra nuestra salud. Y una pandemia es sólo un emergente de eso.
“Por más que los gobiernos cooperen entre sí y se compren millones de respiradores artificiales, si no cambiamos los modos de vida vamos a volver a sufrir esto en corto tiempo”, asegura, en la Semana de los Pueblos Originarios.
¿Cómo pensás el rol del Estado en estos tiempos de pandemia?
–Hay una responsabilidad del Estado sobre lo que viene para adelante. Nosotros entendemos que en las ciudades se van a pagar costos muy grandes, como la desocupación. Tiene que haber también una mirada sobre los que más tienen en la parte impositiva para ayudar a los que menos tienen. Eso es una responsabilidad del Estado también: generar esos mecanismos, porque todos los costos los pagamos los sectores más empobrecidos.
¿Sólo debe intervenir como Estado Benefactor o falta también su rol de control?
-Se tiene que dar una fuerte discusión sobre lo que va a pasar en los territorios, lo que va a dejar hacer el Estado. No podemos avalar la megaminería, las grandes obras que modifican todo el territorio cerrando un río, no podemos permitir la agroforestación, los agroquímicos. Tenemos que empezar a consumir más sano, pero para eso tenemos que tener una discusión sobre la distribución del territorio, una política pública de reconocer a las comunidades allí. Hoy es una infamia que Benetton tenga 1 millón de hectáreas, o que Lewis tenga Lago Escondido.
¿Cómo están interviniendo los pueblos originarios en los comités de emergencia que se crearon para combatir los efectos de la pandemia en los distintos pueblos?
-Los comités de emergencia no cuentan con ningún referente de pueblos originarios, con lo cual no hay una mirada colectiva de la situación. Las comunidades nos hemos quedado afuera. Por eso esta semana, en esta emergencia, hemos empezado en la zona andina a funcionar como mesa de emergencia territorial mapuche-tehuelche. Desde allí hemos planteado al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación algunos de los problemas que hemos detectado y plasmado en un informe (ver recuadro).
El fortalecimiento de las organizaciones también parece central…
-Este tiempo es un desafío para las organizaciones indígenas, campesinas, sociales y gremiales que tienen que empezar a tender otros lazos. Argentina hace 50 años estaba poblada de pequeños agricultores, sin embargo esa tierra se concentró y el Estado permitió que se concentrase. Y eso se ha ido desarrollando en todo el mundo. El costo de las inequidades que hacen a la concentración y la maximización de las ganancias lo pagamos todos en enfermedades, en el precio que tiene el valor de la tierra, en serias dificultades en acceder a las viviendas, en contaminación. Tenemos que ir buscando el “buen vivir” como sociedad.
En la Semana de los Pueblos Originarios, a más de 500 años de iniciada la conquista, seguimos resistiendo y dando lo mejor de nosotros para construir ese buen vivir. Me parece que en ese respeto, en esa confraternidad, en esa humanización de los lazos, tenemos que empezar a construir caminos distintos para las próximas generaciones.
Entrevistadora: Violeta Moraga
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La mesa de emergencia territorial mapuche-tehuelche no sólo está compuesta por referentes del Consejo de Desarrollo de Comunidades Indígenas (CODECI), sino de distintas comunidades que integran la organización. La idea es ampliar para poder contactar con los diversos territorios en un momento donde no es posible hacer recorridas, algo que vuelve la trama de organización y comunicación, fundamental.
En este marco, entre las primeras acciones se logró coordinar la entrega de leña para la zona andina y sur, junto a otros recursos que se van obteniendo por coordinación y lazos que se entretejen. “Cuando nosotros pensábamos que la principal preocupación iba a ser el alimento, nos encontramos que era el forraje y la leña”, cuenta el dirigente indígena, que además es delegado de ATE en el ANSES de la ciudad de Roca, y secretario de Relación con los Pueblos Originarios de la CTA Autónoma de Río Negro.
En el trabajo de relevamiento también aparecieron otras necesidades, como la falta de combustible, el aumento de precios y la falta de control, en un contexto donde, además, hay dificultad en llegar a los parajes que no cuentan con Internet ni medios electrónicos para hacer trámites. “Como no hay información de lo que pasa, pedimos espacio en Radio Nacional y armamos un micro para que salga en Bariloche, Jacobacci y Viedma, con un panorama netamente comunitario”, agrega Carriqueo. [/mks_toggle]