Redacción Canal Abierto | Como ya es costumbre en redes sociales, cada acontecimiento importante logra automáticamente una serie de memes que circulan viralmente. La cuarentena no quedó exenta y dentro de esta producción, el aumento de peso fue foco de chistes.
Pero ¿qué pasa cuando el chiste, en vez de causar gracia, violenta o hiere a otras personas? ¿Qué pasa cuando se pierde de vista la diversidad de cuerpos? ¿Qué pasa cuando un meme alimenta más la gordofobia y pone en evidencia el lado cruel de la sociedad?
Samanta Alonso es activista gorda y modelo plus size. En esta entrevista con Canal Abierto analiza el miedo a la gordura en el contexto de aislamiento.
¿Qué pasa con el miedo a la gordura en el contexto de aislamiento?
Nos estamos encontrando con un montón de memes en redes sociales sobre el antes y el después de la cuarentena en relación a nuestros cuerpos y este miedo latente al devenir gorde. Me parece que le tenemos más miedo a la gordura que al propio coronavirus, y me parecen peligrosos estos mensajes porque cuando un chiste violenta o daña a otra persona deja de ser un chiste y me parece necesario visibilizarlo.
Por otra parte, creo que todavía nos cuesta mucho quitarle el peso que tiene la palabra gorda, gordo o gorde en relación a lo enfermo, a lo pasivo, a una cuestión de exclusión para entender que todas las corporalidades gordas tienen una vida posible, que estar en cuarentena y comer no necesariamente te va a hacer gordo, y quitarle ese peso negativo que tiene.
Hay que sacarle el miedo al vínculo con la comida. Algo que les está pasando a muchas personas en esta cuarentena es que conviven con otros que los están patrullando, que les dicen qué comer y qué no por el miedo a la gordura. Todos esos discursos violentos los sufren 24×7, encerrados en sus casas.
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Cuando nos quieren correr con el discurso de la salud, me parece que no se tiene en cuenta nuestra salud mental. Estas cosas nos dañan y lo que termina pasando es que ya no querés seguir interactuando con gente que querés porque no entienden que eso de lo que se ríen para nosotros es un dolor y una violencia que sufrimos durante todo el año, nada más que ahora lo vemos reflejado en chistecitos de cuarentena.
¿Socialmente está instalado opinar sobre el cuerpo del otro?
Vivimos en una sociedad donde crecimos con el derecho a opinar sobre el cuerpo de otra persona. Es terrible porque con otras cuestiones no pasa. Por ejemplo, si yo veo una persona fumando en la calle no me siento en derecho de decirle a ese desconocido que si sigue fumando de esa forma se le va a hacer un agujero en el pulmón. Pero a mí, como persona gorda, alguien que no me conoce me puede decir en la calle “te vas a morir de un paro cardíaco”.
No podemos opinar sobre los cuerpos de otras personas. Los comentarios nos los podemos guardar bien en el bolsillo.
¿El feminismo vino a romper con los estereotipos de belleza hegemónica, la forma de ver al otro y a nosotros mismos?
El feminismo puso esto en debate. En el contexto del debate por la legalización del aborto, la cuestión de decidir sobre nuestros cuerpos también es elegir qué tipo de cuerpo quiero tener. El cambio de paradigma viene desde ese lado, pero todavía nos falta un montón.
Si bien somos muchos los activistas y los que hacemos militancia tratando de romper con la cuestión del cuerpo hegemónico, el mismo sistema te obliga a consumir dietas, para lograr que todos tengamos cuerpos iguales, heteronormados –en el caso de la mujer, el 90/60/90-, sin importar absolutamente nada.
Cuando nos hablan de salud, en realidad no les importa. Les importa que consumamos, que seamos flacas o flacos, no nuestra salud. Nos pasan muchas cosas, sobre todo a las mujeres, que tenemos mucha más presión.
Esa presión aparece desde el momento en que no te podés comprar la ropa que querés o que en las publicidades se ve sólo un tipo de cuerpo, que cuando aparece la gordura siempre es desde el lado ridículo o incluso pasivo, excluyente y marginal.
Como sociedad, la batalla cultural está por darse en el ámbito educativo. Tenemos que empezar a criar a los chicos, chicas y adolescentes con los anteojitos de la diversidad corporal, que en las escuelas se abra el debate, utilizar la ESI como herramienta, y que esto no quede solamente en una militancia de las redes sociales, sino que sea más a nivel política pública.
¿Qué tan real es el mensaje de las campañas para “mujeres reales”? ¿Hay un cambio en las grandes marcas para crear inclusión?
La moda plus size vino a romper el paradigma de que la modelo es 90/60/90. Lo que sucede con la inclusión de mujeres que tienen otro tipo de cuerpo en las marcas más conocidas es que, de todas las modelos plus size, siempre utilizan el más chico. Generalmente en las casas de ropa para mujeres los talles más grandes que tienen son 42 o 44 y la modelo tiene un 34. A nivel visual, generan una inclusión poniendo una modelo con dos o tres talles más, pero si lo pensamos, una chica de talle 42 no es gorda, es común y corriente, pero estamos tan acostumbrados a la cultura de la delgadez en el modelaje y en realidad no están incluyendo nada.
Las únicas personas que están dando la batalla respecto a la diversidad corporal son las emprendedoras. Hay muchas marcas que están vendiendo por internet, ferias XL donde se vende ropa de diseñadoras independientes que representan realmente.
Una chica con un poco más de busto o caderas no es gorda. Hay que romper con eso, con cuál es la construcción de gorda que consumimos. Si nos remitimos a las publicidades, las gordas que aparecen tampoco lo son.
Realmente hay un miedo a jugársela, porque en eso hay construcciones de diseñadores que te dicen que no quieren vestir gordas ni que su marca esté relacionada con ellas. Ese miedo que le tenemos a la gordura también está instalado en el diseño.
¿Cómo ves el crecimiento de la industria estética?
Es bastante polémica porque tiene un mensaje explícito de “vení te sacamos la grasa, te sacamos la celulitis”. Te van sacando partes del cuerpo o cosas que están de más, y esas cosas que tenés de más te posicionan desde un lado marginal. Entonces si consumís todo esto vas a pasar a la esfera de lo visible.
El mensaje es ese. Sacar lo que te hace marginal para convertirte en una persona exitosa. Ni siquiera hay una instancia de placer ni decir que lo hacemos porque nos gusta. Es tener el cuerpo que va a ser aceptado por la sociedad.
Una reflexión…
A mí la cuarentena me dejó como mensaje que todavía nos falta un montón a nivel batalla cultural. Pero que se esté hablando de la problemática en muchos espacios también implica que cuando se tocan reiteradamente ciertas cosas es porque nos estamos haciendo oír.
Hacia adelante, tenemos que empezar a entender que en este discurso de la salud de los gordos, si estamos enfermos o no, más allá de nuestros cuerpos, lo que más tenemos dañada es nuestra salud mental con todas las cosas que nos bombardearon exigiéndonos ser 90/60/90 como única forma corporal posible para ser una persona exitosa, deseable y que todo lo puede lograr.
Para mí, teniendo el cuerpo que quieras podés elegir con quién estar, podes vestirte como querés –con las dificultades que ya nombramos-, que podés tener una vida plena y feliz, independientemente de tu grasa corporal.