Redacción Canal Abierto | Si el mundo financiero ya era incomprensible y abstracto para la mayoría de la población, el de las criptomonedas –también llamadas monedas virtuales- dio un paso más en la intangibilidad de la economía y representa un misterio para casi todo el mundo.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte las criptomonedas se robaron los titulares financieros por su rentabilidad en meteórico ascenso que estalló hace unas semanas. El lunes 8 de febrero, el bitcoin superó los US$ 43.200 (un aumento del 20%), después de que Tesla, la empresa automotriz de Elon Musk anunciara que compraría unos US$ 1.500 millones. Fue el mayor aumento diario de la criptomoneda en más de tres años y en los últimos 10 meses se incrementó más del 900%.
La adquisición, según Tesla, obedeció a que la empresa decidió aceptar los bitcoins como medio de pago para sus productos, y se convirtió así en la primera automotriz importante en hacerlo. Con esta medida también las acciones de la firma se incrementaron un 2%.
El CEO de la automotriz hace rato viene involucrado en la apreciación de las criptomonedas, a las que alienta desde su cuenta de Twitter. La influencia de su opinión es proporcional al crecimiento de su fortuna: Musk encabeza la lista de los que más ganaron durante la crisis de coronavirus. Sumó US$ 139.700 millones a su patrimonio en 2020, alcanzó los US$ 167.200 millones, y se posicionó como el segundo hombre más rico del mundo. Su ganancia (mayor al 400%) fue la más grande registrada que tuvo un multimillonario en un solo año.
Con sus mensajes en redes sociales, el 28 de enero Musk logró que el dogecoin, una cripto creada en 2013, subiera más de 800% en horas. Y el 4 de febrero, con otro tuit logró que se alzara otro 45%. El bitcoin, por su parte, lleva más de una década en el mercado y ha ganado un 1150% desde los mínimos de marzo de 2020.
La decisión de Tesla y su impacto en el mundo de las monedas digitales tienen su explicación. Los analistas suponen que las empresas, casas de inversión y comerciantes minoristas podrían seguir su ejemplo e invertir en ellas. De hecho, en la encuesta de administradores de fondos de Bank of America de enero, Bitcoin encabezó la lista de las operaciones “más concurridas”. Paypal, por su parte, ya la aceptó como forma de pago para adquirir los productos que comercializa en su plataforma.
Crecimiento en base a especulación
La explicación del fenómeno del crecimiento de las criptomonedas tiene otra cara: en el marco de la pandemia muchas otras inversiones –como las monedas fiduciarias o las acciones de empresas- se han depreciado. Y, al ritmo de esta caída, empezaron a crecer nuevas opciones de inversión.
Pese a todo, el riesgo de esta inversión es tan grande como la intangibilidad a la que aludíamos al inicio. En efecto, las criptomonedas son estrictamente virtuales. No existe dinero físico ni respaldo: sólo dinero digital que se almacena en un monedero o cartera igual de digital que puede estar en la computadora del usuario, en un soporte físico o en línea.
Eso posibilita la transferencia de ellas entre usuarios sin necesidad de intermediarios, como los bancos, para realizar pagos y adquirir bienes y servicios. Y es posible comprarlas a través de brokers locales o por un proceso denominado “minería” que consiste en validar y registrar las transacciones dentro de una red, que es la que le da estabilidad y seguridad al sistema. La red está compuesta por nodos donde actúan “mineros” que realizan operaciones de cómputo basados en algoritmos para crear nuevos bloques. Por su trabajo, son recompensados con un pago en criptomonedas que entran así en circulación.
Entre las más conocidas están Bitcoin y Ethereum pero cada día aparecen nuevas monedas en el mercado digital que comienzan a ser vistas como una posibilidad de inversión de alta y muy veloz rentabilidad. De hecho, las “altcoins” (cripmonedas alternativas al Bitcoin) juntas representan el 36% del total del ecosistema de monedas digitales.
Inversión sin respaldo
Pero, como decíamos, no tienen el mismo respaldo que una moneda real –como el banco central de algún país- y son altamente volátiles: su precio depende exclusivamente de la especulación entre oferta y demanda, y sobre la evolución de ambas variables en el futuro inmediato.
En efecto, la gerenta de Paxful para Latinoamérica, Magdiela Rivas, dijo hace unos días a Télam: “según algunos análisis solo el 22% de los bitcoins existentes están formando parte del mercado. Es decir que hay poca oferta lo que hace que el precio siga en alza y hasta ahora no se ve techo”.
En la Argentina, la cantidad de usuarios de las monedas virtuales creció un 300% durante 2020. Su principal motivo fue preservar el valor de su dinero de ahorro en un momento de restricción para la adquisición de dólares.
Desde 2018, el Bitcoin es considerado en el país una especie de “activo financiero”, y sus tenencias al 31 de diciembre deben ser declaradas. Las operaciones con brokers, además, pueden estar sujetas a solicitudes de información por parte del Estado.
Mientras tanto, bancos como JP Morgan pronostican que el bitcoin alcanzará los US$ 146.000 por unidad. Y otros, como el Deutsche Bank, advierten sobre las burbujas de precios en las criptomonedas.