Redacción Canal Abierto | Hacia afuera pareciera interpretarse que, no habiendo pasado 24 horas, el Gobierno nacional ya había puesto nombre y apellido a los chivos expiatorios por la marcha de la CGT, las CTA y movimientos sociales del martes 22 de agosto.
Sin embargo, los desplazamientos Ezequiel Sabor y Luis Alberto Scervino eran cantados, e incluso decididos de antemano. Sólo faltaba una excusa que, en el primer caso no haga pública la dura interna que desde diciembre de 2015 oponía a Jorge Triaca con su viceministro, y en el segundo no exponga la herramienta de disciplinamiento por excelencia para esta CGT: el riesgo de quitarle la caja de las obras sociales.
De todas formas la sangría iniciada ayer por la tarde no parece haber terminado. “Le están pidiendo la renuncia a todos los funcionarios de carácter político que hasta ayer respondían a Sabor”, aseguraron a Canal Abierto fuentes del Ministerio de Trabajo. En las próximas horas serían inminentes las renuncias de funcionarios en Fiscalización, Asociaciones Sindicales, Relaciones Federales, entre otras áreas de la cartera laboral.
Ezequiel Sabor, militante del PRO y funcionario que el propio Macri conoce de la gestión en la ciudad de Buenos Aires, mantenía fuertes vínculos con el sector sindical que encabeza Luis Barrionuevo y, en menor medida, el de Hugo Moyano.
Si bien hace tiempo la relación entre el Gobierno y la CGT viene tirante, la marcha de ayer fue una demostración de fuerza que enfrió aún más el vínculo. Consecuencia de ello es que el Presidente haya tomado la decisión de los desplazamientos, como un fuerte respaldo a Jorge Triaca pero también como gesto para el resto de la tropa.
Otro síntoma que expone las tensiones entre un sector dialoguista y otro más duro es que el mismo día en que las organizaciones sindicales y sociales copaban la Plaza de Mayo, el ministro de Trabajo de Mauricio Macri se reunía con dirigentes de las 62 organizaciones, un sector todavía más conciliatorio y pro empresario que hasta hace poco tenía como uno de sus referentes al Momo Venegas.
Lo mismo sucede en el caso de Luis Alberto Scervino, quien ocupó el cargo de superintendente de Servicios de Salud y manejó el Fondo Solidario de Redistribución, una caja millonaria de 30 mil millones de pesos. Se trataba del cargo más importante del sector cegetista dentro del Estado nacional, que hasta ayer se ocupaba del reintegro a unas 300 obras sociales sindicales del dinero que asignan a tratamientos de alta complejidad o medicamentos costosos.
«Me pidieron la renuncia dos horas después de la movilización», dijo Scervino tras su salida. El sanitarista había llegado al Gobierno consecuencia de su estrecho vínculo con José Luis Lingeri, titular del gremio de Obras Sanitarias y funcionario de distintos gobiernos -incluidos los de Carlos Menem y el de Néstor Kirchner-, ayer presente en el palco de espaldas a la Casa Rosada.