Por Rosario Hasperué* | La violencia se aprende. Se aprende desde el momento en que nacemos, cuando nos separan de nuestra madre y nos someten a protocolos de tortura.
Se aprende en los primeros meses de vida, cuando nos dejan llorando para que nos acostumbremos a dormir solos, a movernos solos, a dejar la teta y resignarnos a las mamaderas y leches de fórmula.
Se aprende en la crianza, con métodos extorsivos, con un sistema de premio y castigo, con una cultura que debe penetrar a los gritos y a los golpes y una educación que nos estandariza a la fuerza.
Nuestra sociedad es toda violenta, hasta en los núcleos que debieran ser más íntimos y más amorosos.
Recibimos violencia, reproducimos violencia. Aunque sea de manera solapada y ni siquiera seamos del todo conscientes. Envenenamos a nuestrxs niñxs llenándoles la panza con alimentos tóxicos y sus cabezas con productos audiovisuales pensados por no sabemos quién para no sabemos qué.
Estamos unidos por un todo en conflicto y guerra permanente, atados a cadenas productivas y economías que nos contaminan, nos expulsan de nuestros territorios, nos conducen a los márgenes de la pobreza, la indigencia y nos llevan a las adicciones.
Después nos preguntamos ¿de dónde salen estos monstruos que matan? ¿Cómo se vuelve un hombre femicida?
Y también están las Emmas. Allí debería estar toda nuestra esperanza. En parir y criar más Emmas. Más personas soñadoras, comprometidas, amorosas. En construir nuevos mundos sin violencias. Por Emma, por todos y todas.
Será necesario que el Estado ponga en marcha efectivamente muchas leyes postergadas de promoción y protección de derechos de las mujeres, de la niñez, la implementación de políticas públicas que actúen a tiempo, que posibiliten un piso de vida digna para todas las personas. Y también construir desde nuestras organizaciones y micro espacios nuevas maneras de relacionarnos. Replanteándonos este sistema y esta cultura desde el principio.
Nadie nace violento. Pero todxs nacen buscando caricias, mimos, apego, amor.
*Rosario Hasperué es Secretaria de Prensa de la CTA Autónoma de la provincia de Buenos Aires, integrante del Foro por los Derechos de la Niñez, autora de Relatos Paridos, promotora de Rondas de Crianza.