Redacción Canal Abierto | Una de las primeras y más promocionadas promesas de la gestión Cambiemos consistió en la jerarquización y profesionalización del empleo público. Sobre esa máxima, se lleva adelante el tan mentado Plan de Modernización del Estado, que incluyó la aprobación del Reglamento General de Control de Asistencia y Presentismo para los trabajadores de la Administración Pública Nacional (APN), publicado a fines de abril en el Boletín Oficial.
Sin embargo, en el gobierno de Cambiemos la mayoría de los nombramientos de los altos cargos técnicos siguieron los criterios de confianza y afinidad política, y no el de idoneidad. Así lo indican los datos publicados por el GPS del Estado, un relevamiento del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP).
Requisitos profesionales de la Alta Dirección Pública (2015-2016). Fuente: CIPPEC
Según este estudio, del total de funcionarios públicos en la Alta Dirección Pública -primera línea de las administraciones gubernamentales responsables de la gestión estratégica y política- el nuevo gobierno designó al 80% de manera transitoria, “por criterios de confianza” y “sin dar cuenta de los resultados que obtienen”. Estos cargos normalmente se deben ganar por concurso y pueden permanecer de una administración a la siguiente.
Por otro lado, la estructura del sector público nacional creció, pero lo hizo especialmente en el nivel de la administración centralizada con su consecuente expansión de cargos políticos. Y, en el 73% de los casos, los funcionarios nombrados fueron exceptuados de algunos de los requisitos profesionales que incluía el cargo para el que fueron nombrados, como ocurrió con Laura Alonso, titular de la Oficina Anticorrupción que no cuenta con el título de abogada que requiere el puesto. Lejos de mejorar en este sentido, la gestión Cambiemos empeoró el cuadro: hasta 2015, los exceptuados de requisitos profesionales eran el 61%.
Para Cambiemos, el poder es cosa de hombres
Otro de los datos que caracterizan a la era que comenzó en diciembre de 2015 fue el descenso en el porcentaje de mujeres en cargos ministeriales y de alta dirección pública y un leve ascenso en los cargos de secretarías y subsecretarías “conservando una tendencia de segregación horizontal que refuerza su presencia en áreas feminizadas del Poder Ejecutivo”.
En otras palabras, si bien alrededor del 50% de la fuerza de trabajo empleada por la administración central del Poder Ejecutivo Nacional, esta composición igualitaria en la base de la pirámide no se refleja en las altas esferas o puestos de decisión tanto políticos como técnicos. Sin ir más lejos, el porcentaje de mujeres designadas como ministras pasó del 19%, en el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al 11% en el de Mauricio Macri.
Foto: Fernando Sturla