Por Carlos Saglul | “Estos días despertaron angustia y preocupación en los argentinos. Miedo a que situaciones como las que vivimos pueden generar una crisis mayor como las que hemos tenido en el pasado. Lo entendimos pero estamos lejos de eso”, afirmó Mauricio Macri, en conferencia de prensa, hace pocos días.
Las declaraciones suceden como respuesta a la pregunta que muchos votantes de Cambiemos comienzan a hacerse: ¿cuándo empieza la prometida revolución de la alegría? Es duro, pero deberán entender que la alegría hace rato comenzó, sólo que no era para ellos. Los que se quedaron con los 10 mil millones de dólares de las reservas son pura sonrisa. Sólo JP Morgan, colocó 850 millones de dólares y en apenas un par de días ganó otros 210 millones. ¡Este país es una fiesta!
Poco antes de que la Argentina solicitara el auxilio crediticio, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no faltó a la verdad cuando elogió la política económica de la gestión Macri. Basta leer las recomendaciones que el organismo de crédito internacional ha subido en su web sobre Argentina para verificar que ya se cumplen al pie de la letra.
¿Sabe Macri que el préstamo del FMI solo servirá para prolongar la bicicleta financiera y el endeudamiento del país? El economista Alfredo Zaiat en Página/12 opina que el jefe de Estado no parece entender que “el creciente saldo negativo de la suma del déficit comercial, del desequilibrio en el rubro turismo y de otros servicios, de las ganancias enviadas por las multinacionales a las casas matrices y del pago de los intereses de la deuda externa es el talón de Aquiles de la economía argentina”. Y no, por supuesto, el déficit fiscal del que habla el Presidente.
No sabemos si Mauricio Macri leyó Capitalismo y libertad, de Milton Friedman. Con su inspiración, las dictaduras sangrientas de los setenta fueron utilizadas para exterminar el Estado de Bienestar y abrir el camino a las ganancias extraordinarias de las multinacionales y sus asociados locales, junto a la materialización de un enorme traslado de la riqueza de los sectores populares, clases medias, trabajadores, a los más concentrados del Poder Económico.
Las tres líneas fundamentales recomendadas por los Chicago boys siempre fueron eliminar cualquier regulación que evite la concentración de la riqueza, vender todo activo del Estado que pudiera ser operado por manos privadas, y recortar drásticamente jubilaciones, salarios obreros y prestaciones sociales. “En mi opinión –escribió Friedman en una carta al dictador Augusto Pinochet y antes de ganar el Nobel-, el mayor error consiste en creer que es posible hacer el bien con el dinero de los demás”.
Los primeros ensayos del plan neoliberal en el continente con Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla terminaron con miles de obreros, sindicalistas e intelectuales asesinados, una inflación indetenible, naciones pauperizadas, enormes porciones de trabajadores desocupados, y un clima social siempre al borde de la explosión.
La instalación de estos planes costosos desde lo social siempre necesita de una gran crisis inicial, una situación ingobernable que sirva para justificar los “grandes sacrificios” de las masas. ¿Se equivocaron Mauricio Macri y el mejor “equipo del mundo” y debieron tomar medidas desesperadas? Luego de la corrida, parte de las reservas fue a las arcas de los grupos y bancos amigos. Los precios más altos, los salarios devaluados, sirvieron a la mayor concentración de la riqueza. ¿No habrá sido ese el objetivo central de este plan?
Las dictaduras fueron dejadas caer en los setenta cuando ya no eran útiles. Los grupos económicos que gobiernan tienen por ideología medular la maximización de las ganancias. De igual manera, los CEOS que están en comisión en el Poder Ejecutivo serán respaldados mientras puedan garantizar al proceso de concentración de la riqueza.
No será la Justicia ni la prensa las que decidan cuándo estos gobernantes neoliberales deberán buscar refugio en Estados Unidos o comenzar a desfilar por Tribunales. Se delega el gobierno, jamás el Poder. El plazo lo decidirá la reacción del pueblo.