Por Carlos Saglul | Las Fuerzas Armadas son una carta que siempre está en la manga de los gobiernos neoliberales y sus socios del Comando Sur. Nos referíamos aquí mismo a esa posibilidad cuando el proyecto de intervención militar en la seguridad interior se comenzó a manejar en el ámbito oficial. Cien mil muertos y treinta mil desaparecidos en México hablan a las claras de qué pasa cuando el Ejército se mete a “cuidar ciudadanos”, apuntábamos entonces.
En esta coyuntura marcada por el ajuste salvaje del FMI, que profundiza el que Cambiemos ha llevado adelante hasta ahora, “las nuevas amenazas” de las que habla Mauricio Macri no son otra que los trabajadores organizados y todos aquellos que combaten en las calles las políticas de ajuste.
La desmedida represión policial donde se aprecian las virtudes del entrenamiento israelí que se compró junto al equipamiento de seguridad -gracias al cual manifestantes y periodistas «cobran» como los palestinos- ya no serían suficientes para la etapa que viene. Macri lo sospecha.
Mientras tanto, los consensos caen. El peronismo racional es capaz de acompañar al oficialismo a cualquier lado menos al cementerio, y hasta la conducción de la impresentable Confederación General del Trabajo se plantea convocar a un paro indetenible para que, una vez anunciado, lo lleven adelante los gremios combativos, como siempre.
Por otra parte, esta apelación del Presidente a las Fuerzas Armadas no es un síntoma de fortaleza. Sobre todo si consideramos que el actual no es el mismo Ejército que en su momento ejecutó un genocidio para posibilitar el inicio del plan neoliberal en 1976. Basta ver lo que pasa en Brasil donde Michel Temer enfrenta varias rebeldías de militares que no sólo se niegan a reprimir la huelga de Camioneros sino que también les prestan sus tanques para que desde allí hagan flamear sus banderas.
Hasta el mismo bloque de poder cruje. EL FMI se pone a la izquierda del Macri recomendándole retenciones al campo, pero los exportadores salen a recordarle al ex presidente de Boca cuáles son sus intereses de clase.
En tanto, la Marcha Federal ya está en los umbrales de la Capital Federal. Desde todo el arco gremial y social, la resistencia crece. La clase media ya no putea tanto ante los cortes y mira desconfiada hacia los bancos donde guarda sus ahorros. Lejos de estar derrotado, el Gobierno atraviesa una delicada zona de riesgo. El modelo neoliberal juega su suerte en la calle, entre el cansancio de sus víctimas. Una vez más, son éstas quienes pueden darle su merecido final.
Foto: Luciano Dico