Redacción Canal Abierto | «Tenemos buenas noticias de que cerró el ingenio San Isidro», dijo el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales en una suerte de conferencia de prensa. Fallido, exabrupto o sincericidio, las palabras del mandatario golpearon fuerte en las 730 familias que desde hace meses aguardan la resolución de un drama acuciante para ellos y el conjunto del departamento ubicado a 50 kilómetros de la capital provincial.
“Esa frase lo describe en toda su bajeza intelectual, política y moral”, lanzó Mariano Cuenca, líder del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar San Isidro (SOEASI), y agregó: “lo que para Morales es buena anoticia para el pueblo es miseria, pérdida del trabajo, hambre y sometimiento. Nadie puede alegrarse de las desgracias ocurridas en otra provincia, mucho menos si esa provincia es vecina y comparte el mismo destino que la propia. Eso demuestra lo que es el pueblo y también lo que es Jujuy en la visión de Morales: un feudo con siervos sin derechos”.
Dos semanas atrás los 730 trabajadores ocuparon de forma pacífica y luego abandonaron el predio de la empresa en señal de protesta ante la indiferencia del gobierno provincial y nacional. La medida se enmarcó en una serie de movilizaciones y actividades en las provincias del noroeste y la Ciudad de Buenos Aires.
Desde fines de 2017 el sector viene sufriendo una crisis producto del intento patronal – con la connivencia gubernamental- de reducción de los costos de producción y aumentar los márgenes de rentabilidad. Con ese objetivo, las cámaras empresarias se pusieron de acuerdo para despedir a cerca de 1300 trabajadores en distintos ingenios de la región, algo que desde los gremios también interpretan como un intento de “marcar la cancha” en las paritarias.