Redacción Canal Abierto | “En Moreno, a un año de la explosión de la escuela 49, tenemos más de 50 escuelas que no están funcionando con normalidad o no tienen el gas habilitado, así que seguimos en la lucha”, resume Hernan Pustilnik, docente del establecimiento e integrante del comité de crisis que se conformó tras la tragedia.
El 2 de agosto de 2018, minutos antes del inicio de la jornada escolar, la explosión de una garrafa se cobró las vidas de Sandra Calamano, vicedirectora, y Rubén Rodríguez, auxiliar docente, en la escuela primaria 49 “Nicolás Avellaneda” del distrito del oeste del Conurbano bonaerense donde varios días antes habían denunciado pérdidas de gas.
A raíz de aquella explosión, se cerraron todas las escuelas y se encontró que había pérdidas de gas en el 85% de ellas. La propia escuela 49 estuvo inhabilitada por varios meses y sus alumnos tuvieron clases pedagógicas en otros lugares. Al día de hoy, de los 270 establecimientos educativos del distrito, más de 50 continúan con problemas que impiden que los alumnos y educadores se calefaccionen en pleno invierno, pero no sólo eso.
“Antes de las vacaciones hicimos un frazadazo, porque es imposible tener clases con este frío. Y no sólo no tienen gas para prender las estufas, tampoco tienen para tomar ni comer nada caliente”, explica Marisa Palavecino, referente del colectivo Familias por la Escuela Pública de Moreno, integrado por familiares de chicos en edad escolar, profesores, auxiliares, organizaciones sociales y sindicatos que se formó luego de la muerte de Sandra y Ruben.
Según relatan los docentes, la mayoría de las escuelas de Moreno tienen comedor y, en muchos casos, la mejor comida que hacen sus alumnos es en la escuela.
Organizada, la comunidad reclamó y logró que la Provincia destinara fondos para algunas mejoras, pero entre las constructoras que asignó el gobierno de María Eugenia Vidal surgieron otros problemas. “Hay empresas que hicieron bien su trabajo y otras que sólo agarraron la plata. Una de las empresas más grandes de las que están haciendo las reparaciones en las escuelas tiene más de 20 denuncias hechas por nosotros, y hay muchas otras denunciadas por incumplimiento”, agrega Palavecino.
Efectivamente, en muchas instituciones las instalaciones de gas fueron reparadas o cambiadas, pero la empresa de gas no las habilita porque presentan irregularidades.
La organización vence al tiempo
En Moreno, las muertes de Sandra y Ruben no fueron en vano. Desde entonces, la comunidad está más unida y ya impulsa dos proyectos de ley –uno en el Concejo Deliberante y otro en la Cámara de Diputados provincial- para facilitar la participación de las familias en las escuelas y el control popular de los presupuestos educativos.
“Si no fuera por nosotras, las familias, esto queda en la nada, las de Sandra y Ruben hubieran sido dos muertes más. Pero se cerraron las escuelas, las familias salieron a luchar, llevamos un proceso por delante que fue muy duro. Tuvimos compañeras que fueron amenazadas, al hijo de una compañera lo balearon, hubo profesores amenazados en plena calle”, detalla Palavecino.
En la misma línea, ayer, el documental titulado Escuela Bomba: dolor y lucha en Moreno, de Juan Mascaró, que relata la historia que terminó en las muertes de los dos docentes, fue censurado por el INCAA y estrenado en las puertas del Cine Gaumont ante el impedimento de hacerlo en el interior de la sala.
Pese a los amedrentamientos –cuyos responsables aún no fueron identificados y mucho menos detenidos-, se hicieron marchas, tomas, y cada quince días se reúne el comité de crisis que releva escuela por escuela qué falta o qué fue mal hecho, que realiza informes que luego elevan los directivos escolares.
“Éste es un plan estratégico que tienen para destruir la escuela pública, pero nosotros no lo vamos a permitir y estamos de pie luchando para que eso no pase. La vamos a defender hasta el último día de nuestras vidas y nunca nos vamos a olvidar de que Sandra y Ruben dejaron su vida trabajando dentro de una escuela pública -sostiene Pustilnik -. Con lo que pasó, entendimos que unidos salimos adelante, esa es la enseñanza que nos dejaron. Tenemos que luchar para que esto no pase nunca más, no queremos más compañeros muertos en una escuela, queremos escuelas dignas y seguras para nuestros alumnos y también para los trabajadores de la educación”.
Desde la mañana, la comunidad educativa de Moreno marchó en memoria de ambos. A las 8.06, la hora en que explotó la garrafa, comenzó una misa ecuménica en la primaria 49, y luego una multitud se movilizó desde Las Catonas, pasó por la Plaza Fuentealba y concluyó frente al Consejo Escolar para pedir justicia por Sandra y Ruben, cuya causa todavía no tiene fecha de inicio de juicio.
En la tarde habrá, además, una marcha de antorchas alrededor del Congreso Nacional.