Por Federico Chechele | El cambio del ministro de Hacienda no fue la única modificación dentro de la estructura de Cambiemos. Marcos Peña tomó aire, Elisa Carrió se transformó en la vocera y el radicalismo se despega en puntitas de pie. Saben que en diciembre se van y no lo pueden ocultar.
El sábado pasado asumió la cartera de economía Hernán Lacunza, el ministro de María Eugenia Vidal. El martes dio una conferencia de prensa en modo retirada y sólo hizo énfasis en la estabilidad del dólar. Dijo todo lo políticamente correcto que debía decir para calmar a los mercados, a la oposición y a la gente en general con la convicción de que se llegue a octubre sin demasiadas turbulencias. Así se lo graficó a Mauricio Macri: no hay más nada que se pueda hacer.
Esa negativa forma parte de la idiosincrasia del Gobierno, porque con escaso tiempo para reestructurar la economía, se niegan a avanzar en los sectores que más tienen. Esta semana, el Presidente recibió a los integrantes de la Mesa de Enlace y les aseguró que «las retenciones no se tocan». Por más que a los dos días de las Primarias hayan anunciado medidas a la clase media y aumentos insignificantes a otros sectores, las rentas de las principales empresas y las fugas del sector financiero se mantienen intactas.
Así se lo hicieron notar las organizaciones sociales y la CTA Autónoma con movilizaciones y anuncios de acciones para la semana próxima. También se hicieron escuchar las provincias opositoras rechazando los cambios anunciados por la Casa Rosada y, a su manera, el empresariado que por medio de Marcos Galperín, CEO de Mercado Libre y fogonero de Macri hasta las PASO, fue el primero en pegar el salto hacia las oficinas de Alberto Fernández.
A su manera, el Gobierno intentó dar señales de estabilidad –a pesar que la inflación de agosto y de septiembre batirá un nuevo récord interanual- y delineó una estrategia para desactivar el adelantamiento de las elecciones.
El Presidente recibió a los integrantes de la Mesa de Enlace y les aseguró que «las retenciones no se tocan»
Pero los coletazos internos están más vivos que el votante duro de Cambiemos, sobre todo entre Macri y Vidal. Esta semana, la gobernadora reunió en La Plata a los intendentes del espacio. En el contexto de árboles y pájaros que recrea la República de los Niños, largó la premisa de retener los cargos cueste lo que cueste, eso incluye cortando la boleta presidencial e incluso la de ella misma. Vidal ya piensa en el postmacrismo. En ese marco, tanto en Quilmes como en La Plata los intendentes cambiemitas hacen campaña con la figura de Miguel Ángel Pichetto, corriendo a un costado a Vidal y a Macri para intentar proyectar un costado peronista.
Las diferencias y rencores son tales, que la gobernadora comenzó la campaña hacia octubre con mayor trabajo territorial y menor presencia en televisión y redes sociales, un pedido que le había hecho el Gobierno meses antes de las PASO. Este nuevo esquema fue diseñado tras el enojo del vidalismo con la Casa Rosada ya que aseguran que desde Balcarce 50 salió el video de la gobernadora “apretando” a un acosador –criticado en todos los ámbitos- al otro día de perder las elecciones por 18 puntos.
Pero como nadie quiere pasar papelones en octubre, Elisa Carrió desde el mismo 11 de agosto -cuando subió al escenario rompiendo lo acordado, y luego con la arenga en el CCK- ahora se transformó en la vocera del Gobierno paseándose por los diferentes programas de la señal Todo Noticias. El jueves intentó ayudar a la gobernadora y se atrevió a decir que «a Vidal la dejó sola el pueblo», cuestionando una vez más la voluntad del electorado.
Y, para sorpresa de todos, luego de que el Presidente ratificara a Marcos Peña en su cargo, el Jefe de Gabinete grabó un audio arengando a la tropa: «Estamos seguros que vamos a ganar, hay que fortalecer Whatsapp». En la provincia de Buenos Aires, apretaron la opción “eliminar para mí”.
Sin embargo, la dupla Macri-Peña fue por más y, desoyendo a los propios, diseñaron un nuevo slogan de campaña: “En las PASO de 2015 también perdimos por 15 puntos y pudimos darlo vuelta”. Otra mentira. El Gobierno sigue subestimando al electorado porque el que perdió por 15 puntos fue el PRO pero sumando los votos de Sanz y Carrió, o sea Cambiemos, la diferencia fue de 8 puntos. Y Scioli no había alcanzado el 47% de los votos con lo hizo Alberto Fernández, sino el 38%. En fin.
Finalmente, los gobernadores y legisladores del radicalismo les adelantaron a Marcos Peña y a Rogelio Frigerio que de cara a octubre también harán una campaña diferente a la estrategia de la Casa Rosada. Con escuetos motivos para continuar con la alianza oficialista, la UCR va en busca de una remontada homérica.
Hasta ahora, el Gobierno tiene en carpeta realizar la marcha de hoy en el obelisco en apoyo al jefe de Estado y con la consigna “Vamos todos a defender LA REPÚBLICA” (?), que los rugbiers definan su interna para fiscalizar o no las elecciones de octubre, y que vuelvan los esquiadores.
El protagonismo de Alberto Fernández
En los manuales de la política, cuando un candidato aventaja a otro suele mantenerse más precavido para que el que está siendo derrotado continúe por esa senda. No es el caso de Alberto Fernández, que se impuso por 15 puntos y sigue dando entrevistas, charlas y conferencias de prensa. La pregunta es, ¿por qué lo hace?.
Desde el núcleo duro del candidato del Frente de Todos sostienen que primero tuvo que salir a dar respuestas para calmar a los mercados, tal como se lo requirió explícitamente Wall Street. Luego para golpear nuevamente al Presidente quien tras la derrota del 11 de agosto continuaba sin rumbo, y se “aprovechó de la situación”. Y finalmente para mostrarse como una figura fortalecida y de consenso para ocupar el rol de Presidente ante el ninguneo histérico que lo vincula como un apéndice de Cristina Kirchner.
«Tenemos que dejar de alentar la idea de que Cristina es una cosa y yo otra. Hemos logrado un punto de encuentro formidable. En la medida que sigamos generando dudas con preguntas y demás, vamos a intranquilizar a los mercados», aclaró Alberto Fernández mientras aseguró que ya tiene definido su gabinete.
Foto: La Nación