Redacción Canal Abierto | Luciano Arruga fue detenido y desaparecido en el destacamento policial de Lomas del Mirador el 31 de enero de 2009. Su cuerpo apareció como NN en el cementerio de Chacarita el 17 de octubre de 2014, producto de la batalla incansable de la familia y los organismos que se sumaron a la causa. Finalmente, contra todas las intenciones de sus captores y asesinos, responsables materiales, políticos y judiciales, su caso se convirtió emblema de la lucha contra la violencia institucional.
“¿Quién mató a mi hermano?”, de Ana Fraile y Lucas Scavino, narra esa búsqueda de justicia encabezada por su hermana, Vanesa Orieta, y el grupo de Familiares y Amigos de Luciano Arruga.
La película intenta acercarnos a Luciano, a las calles de su barrio, su familia y amigos. “Era un chico más del conurbano, que se buscaba la vida para subsistir, un menor que sufrió el hostigamiento por ser de un barrio humilde”, cuenta en esta entrevista con Canal Abierto uno de sus dos directores, Lucas Scavino.
El de Luciano, sin embargo, no terminó siendo un caso más entre los miles de pibes atormentados por fuerzas de seguridad por la sola condición de su origen humilde. La persistente y solidaria lucha de sus familiares hizo que tampoco se convirtiera en un desaparecido más en tiempos democráticos.
“Lo que fuimos aprendiendo en el seguimiento de Vanessa y el grupo de familiares es el esfuerzo del reclamo, pero también el desamparo, la impunidad, el destrato estatal”.
“Mientras hacíamos este acompañamiento es que se encontraron los restos de Luciano, enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita. En ese momento todavía estábamos conociéndonos, pero fue muy impactante la aparición del cuerpo e indignantes las reacciones políticas frente a la noticia. Eso nos obligó a replantear cómo íbamos a contar esa historia”.
Con el correr del tiempo y como consecuencia de su lucha, Vanesa Orieta se encontró con un sinfín de casos similares. Conoció de cerca a otros familiares que identificaron en el proceso de desaparición el protagonismo de las fuerzas de “inseguridad”, una justicia hostigadora -al punto de criminalizar al entorno de la víctima-, gobiernos constitucionales que invisibilizan los reclamos y medio monopólicos que buscan desviar el eje y criminalizar a las víctimas.
Scavino recuerda una presentación reciente del film, en el Festival de Cine Latinoamericano de Rosario: “había unos chicos del Programa Jóvenes y Memoria que tenían una mirada sobre Luciano que les resultaba cotidiana, algo que pasaba en sus barrios. Las devoluciones que nos hicieron fueron de mucha fuerza e identificación, y a la vez de mucho aprendizaje”.
En última instancia, a la denuncia contra la violencia institucional cotidiana en los barrios, contar a Luciano a través de la lucha de sus familiares quizás sirva para que no haya nuevos Lucianos.
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Entrevista: Leo Vazquez