Por Juan Carlos Giuliani* | El problema de la unidad del Movimiento Obrero Organizado es el del Modelo Sindical. Ese fue el motivo principalísimo por el cual en la década del ’90 un grupo de gremios y dirigentes rompieron con la CGT para conformar la Central de Trabajadores de la Argentina. La CGT es una Confederación de Organizaciones Sindicales con elección indirecta de autoridades por medio de un Congreso de Delegados. La CTA es una Central de Trabajadores autónoma, con afiliación y elección directa, que levanta las banderas de la libertad y democracia sindical y entiende que el sujeto histórico de la clase no es tan solo el trabajador formal, que hoy representa una minoría en el universo sindical, sino también los precarios, autónomos, desocupados, discapacitados, autogestionados, etcétera.
El apunte viene a cuento porque en los tiempos que corren, y al calor de los sustanciales acuerdos logrados en un amplio espectro del campo popular para terminar con la pesadilla macrista -lo que en términos políticos-institucionales tuvo una contundente demostración en las elecciones del 11 de agosto-, aparecen propuestas para trasladar mecánicamente esa realidad al terreno sindical.
Por caso, la CTA de los Trabajadores que conduce el diputado nacional de Unidad Ciudadana Hugo Yasky, someterá a votación este jueves una iniciativa -que seguramente será aprobada- para su reunificación con la CGT. Será en el Congreso Nacional de esa organización en el Microestadio de Lanús, donde se espera la presencia de uno de los impulsores de la unidad sindical, el candidato a Presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández.
Yasky argumenta la decisión de desandar el camino emprendido hace más de un cuarto de siglo declarando que “necesitamos que la construcción de esa unidad nos permita llegar a una sola central en la Argentina y esa central tiene que ser la CGT. Porque nosotros vinimos de la CGT. No nacimos de un repollo en la CTA. Éramos parte de la CGT”.
Es cierto, desde la creación en 1901 de la Federación Obrera Argentina (FOA) en adelante, ninguna central sindical nació de un repollo. Pero, como ya se dijo, la CTA surge precisamente en disidencia con la subordinación del Modelo Sindical cegetista a las políticas dictadas por el menemato. Esas diferencias no se han saldado. Claramente subsisten dos modelos sindicales distintos en nuestro país.
En octubre de 2013, uno de los fundadores de la CTA por entonces diputado nacional, Víctor De Gennaro, presentó el anteproyecto de “Ley de Organizaciones de Trabajadores y Trabajadoras Sindicalizados”, un texto que no fue sancionado por el Congreso y que buscaba democratizar las organizaciones sindicales.
La norma propone un nuevo marco jurídico para garantizar la libertad de organizarse; las garantías con tutelas gremiales para delegados y dirigentes; democracia sindical; eliminar la intervención del Estado y las patronales; el derecho a la negociación colectiva y el derecho de huelga.
Uno de los puntos clave del proyecto fue la eliminación del régimen de “unicidad promovida por ley” que concede el monopolio de la representación al sindicato con Personería Gremial, otorgándole un conjunto de privilegios. Concretamente se propone terminar con el unicato sindical y avanzar hacia un sistema donde el Estado solamente lleve un registro de organizaciones de trabajadores.
El unicato es un punto neurálgico del modelo sindical argentino sostenido por la CGT que lo entiende como una herramienta clave para evitar que se atomicen las fuerzas de las entidades gremiales ante las patronales. Este razonamiento no es compartido por la CTA y se da de bruces con la realidad. Aunque la legislación laboral consagre al unicato, lo cierto es que existen varias centrales sindicales para formatear la atomización del movimiento de los trabajadores.
Es importante remarcar que el texto presentado incorpora una concepción amplia de trabajadores, previendo la sindicalización de los registrados, los no registrados, los desocupados, los autónomos, los que perciben planes sociales y los que trabajan en sus hogares. De esta manera se diferencia de la normativa vigente que no contempla la sindicalización de sectores vulnerables como los tercerizados, los autónomos y los no registrados, que en la práctica son quienes más necesitan de una organización gremial.
El debate está abierto y conlleva la necesidad de reconfigurar una CTA Autónoma a la altura de este nuevo tiempo, fortalecida y con presencia efectiva en todo el país. Robusteciendo su relación estratégica con los movimientos sociales, que no son reconocidos como trabajadores por los estatutos de la CGT. La movilización y lucha de la CTA-A, junto a buena parte del arco sindical y el conjunto del movimiento popular, posibilitaron la amplia derrota del Macrismo en las PASO. Lo que permite avizorar una perspectiva diferente de lo porvenir en materia de recuperación de derechos.
Mientras tanto, habrá que seguir remando en defensa de los intereses de los trabajadores y promoviendo la unidad de los que luchan. Porque como decía Agustín Tosco: “La única división que hacemos es entre los que luchan y los que se entregan”.
A esta altura, resulta toda una tentación autoconvocarnos a releer los programas obreros revolucionarios aprobados por los representantes de la clase trabajadora en Huerta Grande y La Falda.
*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba