Redacción Canal Abierto | Laura Klein es filósofa, poeta y ensayista. Desde 1980 integró los consejos editores de las revistas Xul – Signo viejo y nuevo, Praxis, Alternativa feminista, Mujeres en Movimiento, del Periódico Madres de Plaza de Mayo y de la revista Estrategias – Psicoanálisis y Salud Mental, así como de la Editorial La Letra Muerta. Además es docente de la Facultad Libre de Rosario desde sus inicios y de la Universidad Nacional de Rosario. Da seminarios de filosofía y talleres de supervisión de escritura de trabajos teóricos.
Presenta este jueves 10 de octubre, en el ciclo Red Máster de Red Editorial, su libro Más acá del bien y del mal. Por un feminismo imposible. La cita es a las 20 horas en el bar de FM La Tribu (Lambaré 873, Almagro, ciudad de Buenos Aires) y el formato del encuentro es el de una clase magistral de la autora en torno a la temática de su libro con posterior rueda de preguntas y reflexión colectiva.
Klein viene pensando sobre temas que en los últimos años se tornaron eje de debate y tópico de programas en prime time, como el aborto, desde hace décadas. Quizás por eso se atreve a proponer puntos de vista que pueden incomodar sobre todo a quienes buscan un posicionamiento rápido y no una reflexión crítica que no deje de lado la experiencia. Analiza la distancia existente entre la experiencia de abortar y el debate de ideas, en el que las mujeres que abortan no se reconocen. Para ella, la pregunta “a favor o en contra del aborto” obtura la reflexión y es una pregunta que considera al aborto como una cuestión de principios y no como una experiencia.
“Este libro es una selección de ensayos y artículos que arrancan desde 1985, el primero, un artículo sobre las Madres de Plaza de Mayo, y el último es la exposición que hice en la Cámara de Diputados cuando fue el debate por la legalización del aborto. Cuando armamos el libro con la gente de Red Editorial – 90 intervenciones, me resultó interesante encontrar que había un hilo que atravesaba temas muy diversos como las madres, el aborto, la violación, la objeción de conciencia de los médicos y que tenía que ver con tensiones que hoy están muy presentes, exasperadamente presentes, en está Marea Verde, esta masivización del feminismo. Son tensiones muy conflictivas que me parecen muy interesantes. Algunos dicen esto va a decantar y yo creo que nada decanta solo, es una idea muy ligada al progreso pensar que algo decanta y queda lo mejor”, dispara Laura en el principio de nuestra charla.
-En los ’80, estaba en un grupo feminista y me decían no escribas sobre las Madres porque las Madres defienden la maternidad. A mí me resultó muy interesante en ese momento pensar cuál era el fenómeno de esas mujeres que realizaban la consigna “lo personal es político” sin tenerla, sin explicitarla, sin tener una conciencia feminista. Encarnaban lo que el feminismo planteaba: salieron de la casa a la plaza a buscar a sus hijos y por cumplir el rol de madres lo socializaron. Ahí, la maternidad jugó un rol fundamental que traicionó de algún modo el rol que tiene en la constitución de la familia y en la sociedad.
Norita siempre dice que ella se hizo feminista hace poco…
-Y digamos que las Madres no son feministas, la cuestión está en si el feminismo habla sólo del feminismo o puede comprender fenómenos que atraviesan no sólo a las mujeres.
Creo que ahí hay un problema importante que hoy se juega de manera bastante virulenta y chata, como si el patriarcado fueran los varones, y el patriarcado es un sistema jerárquico de opresión donde los varones, en todo caso, serían los capataces de un sistema que también los oprime.
Creo que algo difícil de escuchar es que una cosa es ser oprimidas y otra cosa es ser víctimas. Muchas veces, el modo y el lugar en que te pongas y qué hagas con lo que hacen de vos, tanto varones como mujeres o la identidad que tengas no hay una graduación de quién vive peor porque está más oprimido el colectivo al que pertenece. A muchos varones les pesa el patriarcado mucho más que a muchas mujeres: el papel de proveedor, del macho siempre listo es muy opresivo para muchos varones. A veces se genera una corriente de varones disculpándose de esta atávica pertenencia a un colectivo dominador como si fueran amos y no capataces.
Frente a los debates ante el Encuentro Nacional de Mujeres como analizás esta tensión por la inclusión o no de algunos colectivos como travestis, mujeres originarias, etc.
-Me parece que hay algo interesante, que es ver que las diferencias no son sólo las visibles y de pertenencia a un colectivo, sino que los colectivos se forman de maneras que no son tan evidentes y a mí me interesa partir aguas dentro de lo mismo, porque “lo mismo” no es lo mismo. Dentro de cada división, hay diferencias enormes y, por ahí, hay afinidades transversales mucho más fuertes que las hermandades identitarias.
Sino, ¿Qué sería ser feminista? ¿Ser sólo mujeres? o ser feminista supone ser parte de una creación que está en ciernes, que está en el aire, que la estamos haciendo. Sino estaríamos repitiendo la vieja práctica de “tenemos un objetivo que es la revolución pero nos confundimos con que ésta se concluye con la toma del poder”, es decir repetir lo mismo pero cambiando los sujetos, y justamente el punto es erosionar esta idea de sujeto.
¿Qué otros emergentes analizás?
-Una de las cosas que veo hoy muy problemáticas es el tema de las denuncias. Obviamente hay momentos en que hay que hacer la denuncia y está muy bien que hoy muchas mujeres puedan hacerlo y antes no podían. Pero, mi pregunta es si el techo del mundo que queremos o estamos haciendo son las denuncias o mandar a la cárcel a alguien… Muchas veces hay otras formas de reparación o de fortalecimiento de las víctimas, mucho más que la recurrencia a un poder, al Estado, al que le delegaríamos nuestros poderes. ¿Qué es lo que queremos para las mujeres víctimas de violencia? ¿Depositar en el Estado una reparación que nunca llega o salir del lugar de víctima?
¿El derecho es lo máximo que queremos o además queremos generar otro tipo de relaciones? Esto se ve muy claro entre pibes y pibas, es muy interesante lo que está pasando entre ellos.
¿Qué es lo que está más acá del bien y del mal, yendo al título de tu libro?
-Hay una distancia inmensa entre los discursos y la experiencia. Antes de poder pensar algo, funciona un mecanismo de ver si nuestros principios lo soportan o no lo soportan, entonces no me voy arriesgar a pensar o a sentir algo que esté en contra de los principios que pongo en la arena pública. No unir moral y derecho, la experiencia no cabe en el derecho y no cabe en la moral. La experiencia tiene una autoridad que no debe ser aplastada por la legitimidad institucional del derecho y por una moral represiva, aunque se vista de liberadora.
Ese espacio a construir más acá de la moral y del derecho, fuertemente atravesado por la experiencia y la praxis, es el que nos invita a pensar Laura.
El activismo empezó, hace décadas, a querer parecerse a la academia. Entonces por ejemplo se habla de derechos reproductivos cuando se habla de aborto.