Redacción Canal Abierto | Urgencia sanitaria: COVID-19 y Dengue. Mientras una mayoría de residentes en la Ciudad de Buenos aires comienzan a desperezarse de la cuarentena obligatoria, el virus avanza y se reproduce en los sectores más vulnerables. La cuenta de hoy es efímera pero constante, los números cambiantes pero siempre en ascenso. Ya se registran muertes. Los contagios aumentan. Es en los barrios populares donde la emergencia de infecciones de COVID-19 y dengue amenazan con replicarse y agravar el ya precario cuadro sanitario. “Agua potable para beber y para lavarnos las manos” es el pedido desesperado de las familias de la Villa 31 y de todos los barrios vulnerables. Sin agua no hay cuarentena.

Agua que falta, agua que sobra

“Llevamos varios días sin agua. La Secretaría (de Integración Social Urbana del GCBA) lo único que hace es mandarnos un camión cisterna de agua chiquitito. Lamentablemente las personas que vinieron a pasarnos agua ayer sí tenían la manguera para pasarnos agua, pero hoy se les rompió y tuvimos que subir con tachos al tanque”, dice Camila del sector Bajo Autopista, de la Villa 31. Uno de los tantos testimonios que están denunciando y pidiendo que el agua se regularice. Y no es de hoy el reclamo. Ya no es un reclamo es un pedido desesperado. “Hoy nuestro principal problema es el dengue, los contagios por dengue”, continúa Camila, “estamos rodeadas de escombros, la secretaría dejó escombros por todos lados, hay un foco de ratas”.

Camila se refiere al proceso de reurbanización del barrio Carlos Mugica de la Villa 31, que  avanza a pesar de la oposición de muchas de sus vecinas y vecinos. Los pobladores del sector Bajo Autopista están siendo relocalizados en viviendas construidas por el Gobierno de la Ciudad.

La falta de agua sigue siendo el problema principal en un contexto de pandemia, “El agua no alcanza y la tenemos que hervir ya que no es para tomar, es para tirar en los baños y lavar un poco. Con esta situación que estamos viviendo, que no podemos salir a ningún lado, hay mayoría de mis vecinos que no tienen para comprarse una botella” dice Camila, y cierra por donde comenzó: “los vecinos que no pueden subir con los tachos al tanque, lamentablemente se quedan sin agua”. Si el agua falta se agravan los problemas sanitarios por falta de higiene y si el agua sobra también porque aparecen los vectores de contagio del otro virus, el dengue.

La Villa 31 es una ciudad dentro de una ciudad, viven más de cincuenta mil personas en 32 hectáreas. Varios barrios coexisten y se extienden en forma horizontal y también vertical. Tiene varias entradas y salidas y se tarda más de media hora a pié para recorrerla de punta a punta. Pertenece a la Comuna 1, una comuna opulenta en el norte de la ciudad. Allí explotó el problema del agua. Durante casi ocho días faltó o no llegó en forma suficiente y segura.

Agua potable segura

Agua para beber, agua para higienizarse, para limpiar, para cocinar, para los comedores comunitarios, agua que llega en camiones cisterna o en sachets de plástico. Agua que debería llegar en forma suficiente y sin condiciones precarias como la baja presión o sin control de la potabilidad. En la CABA, la red de agua potable y cloacas está provista por AYSA (Aguas y Saneamientos de Argentina) y llega a casi toda la ciudad. En las villas y barrios populares la infraestructura de la red de agua es responsabilidad del GCBA, la infraestructura es licitada por el IVC (Instituto de la Vivienda de la Ciudad).

“Muchas veces esa infraestructura es informal. Se utilizan para el transporte del agua de consumo precarias mangueras, muchas veces pinchadas y emparchadas, dispuestas sobre las vías públicas de calles y pasillos, expuestas a la intemperie, a la acción del tránsito y al contacto con efluentes cloacales y otras sustancias peligrosas. Por esas mangueras el agua circula intermitentemente obligando a las familias a conectar motores “chupadores” para extraer la poca agua que circula, arrastrando en ese “chupar” todo tipo de sustancias que rodean las mangueras y ponen en riesgo sistemáticamente la calidad del agua” contesta un informe técnico de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la UBA (CLIC).

Sin red, agua a granel, agua en sachet

La prestación del servicio de agua se hace con camiones cisternas, vehículos aguateros y no garantizan la calidad del agua ni la provisión en cantidad suficiente. El agua potable segura debe transportarse mediante tuberías de materiales certificados, debidamente enterradas y respetando la presión reglamentaria y la calidad. El agua que se entrega a granel no es recomendable que se utilice para el consumo directo, por este motivo, el mismo GCBA en algunos barrios entrega agua potable envasada en sachets. La entrega de agua a granel, si bien no se recomienda para el consumo directo, permite garantizar el resto de los usos básicos y diarios. Es allí cuando las personas salen a buscar el agua en contenedores y disminuye la distancia social. Distancias imposibles en las condiciones de hacinamiento de estos barrios.

No alcanza para lavarse las manos

Si nos tomáramos la molestia de hacer pequeños cálculos y sumar los litros de agua necesarios para la vida diaria en la ciudad, muy rápido nos acercaremos a la cifra de 120 litros por persona, por día. Contando el agua de consumo, para la higiene personal, el agua que se vá en la descarga de los inodoros, ducharse una vez al día, lavar la ropa, alimentarse cuatro veces al día, higiene de vajilla y, lo más importante, seguir las recomendaciones de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) que recomienda el lavado frecuente de manos luego de ir al baño, antes de comer y manipular alimentos, luego de toser, luego de estar en lugares públicos, luego de retirar la basura, entre otras acciones. Estos lavados deben realizarse durante 60 segundos, asumimos entonces  que necesitamos realizar 15 lavados diarios y estimamos consumir dos litros de agua. 120 litros diarios por persona, como mínimo.

Según los cálculos de la ingeniera hidráulica Eva Koutsovitis no hay sistema de camiones cisterna que haga posible esa dotación de agua, capaz de cumplir con 6.000.000 de litros cada día.

Por ejemplo, para el Barrio 31-31 bis (Barrio Carlos Mugica) se destina un camión compartido con el Barrio Rodrigo Bueno. En el Mugica, según censo del GCBA habitan 42 mil personas y en el Barrio Rodrigo Bueno habitan aproximadamente 5.000 personas repartidas en 1.000 familias.

En algunos barrios, que son los más castigados por la falta de agua, como La Carbonilla, el camión cisterna no va todos los días. Y en todos los barrios el día domingo disminuye aún más la oferta de camiones y horas.

En el caso del Barrio 21-24, el GCBA informa que a través de la Gerencia Operativa de Asistencia Comunitaria, junto con AySA, se efectúa el acompañamiento de un camión cisterna en el Barrio 21-24, el cual posee una capacidad de 15.000 litros de agua provista directamente de la planta potabilizadora de dicha empresa. Siempre va a ser insuficiente. Nunca llega como en el resto de la ciudad a través de la red formalizada.

 

¿Pero, porqué no llega? Pese a los anuncios de inversión en infraestructura del Gobierno de la Ciudad las redes de agua potable y servicios sanitarios no cumplen aún con las mínimas condiciones. ¿Quienes deben asegurar el servicio público?

El amparo del desamparo

El acceso al agua potable y segura es un derecho humano fundamental. Pero se conculca desde siempre. Los reclamos a las autoridades competentes -en este caso el Gobierno de la Ciudad- no son de este momento. Son de Ayer. Son de siempre. Y no son atendidos.

Mujeres referentes y organizaciones de distintos barrios populares presentaron una acción de amparo ante la justicia porteña. La acción es colectiva e involucra a organizaciones como la CTA Capital, el IPYP (Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas), la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria de la UBA y el Observatorio de Derecho a la Ciudad, busca garantizar, como condición esencial para la prevención del COVID-19 y el dengue, el acceso al agua potable segura en todos los hogares.

El derecho a la salud es un derecho fundamental. El objeto de la acción colectiva presentada el 8 de abril es preservar ese derecho:

Se ordene al GCBA a garantizar al 100% de las familias de los Barrios Populares ubicados en la ciudad reconocidos por la Ley N° 27.453 y las villas y asentamientos reconocidos por la ciudad, el acceso regularizado y formal al servicio de agua potable y saneamiento cloacal.” La causa que quedó caratulada como “KOUTSOVITIS, MARIA EVA Y OTROS CONTRA GCBA SOBRE AMPARO – URBANIZACION VILLAS”, Expte. N° 3010/2020-0, y radicada en el Juzgado de 1ra. Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad N° 8 aún no tuvo respuesta del Juez interviniente.

Pero sí contestó el Gobierno de la Ciudad a la medida cautelar: se declaró incompetente. Sostuvo, entre otros argumentos, que el único responsable de garantizar agua potable en las villas es la empresa AYSA. Desconoció que el propio GCBA es el titular del Servicio Público de agua potable y saneamiento, y que la empresa AYSA es solo la concesionaria Es decir, se comporta el gobierno de Horacio Larreta totalmente ajeno a la demanda de las familias.

Según el comunicado de AYSA “La red interna del barrio fue construida y es operada por el Gobierno de la Ciudad, quien debe garantizar el servicio. AySA lleva el agua con presión suficiente para la distribución hasta la conexión en la línea municipal y la red perimetral que lo rodea. Si bien la empresa no tiene jurisdicción técnica dentro de la red interna al barrio, AySA continúa trabajando y asistiendo a los vecinos del Barrio 31 mientras el inconveniente no pueda ser resuelto por el Gobierno de la Ciudad”.

Ante un problema de una magnitud imprevisible las autoridades de aplicación se desentienden de responsabilidades.

La ventana del virus

La dinámica de propagación del COVID-19 en las villas de la ciudad creció en un contexto de falta casi total de agua, o agua que llega en forma insegura. Las organizaciones populares intensificaron las acciones de denuncia mediática de la situación en los barrios más postergados. Al amparo colectivo se suma una denuncia en trámite ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por parte del Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, por la situación de la Villa 31.  Acompañan este pedido numerosas organizaciones con presencia y trabajo en las villas como la Garganta Poderosa y varias personalidades públicas. “Aislados en la precariedad, los habitantes de las villas pasan a ser un indiscutible “grupo de riesgo”, masivo. Claramente, los mayores niveles de hacinamiento aceleran el contagio y deterioran la salud de quienes padecen enfermedades, ¿verdad?”, exponen crudamente en el documento.  “Ya mismo, hoy, ahora, tarde pero ahora, necesitamos que quienes tienen la responsabilidad de gobernar dejen de mirar para otro lado y que asuman su rol como garantes del derecho a la vida, ese derecho que tan cruelmente le fue negado el sábado a una vecina de la Villa 31. No queremos una catástrofe

Violencia es no tener agua

“Porque la posibilidad de poder desarrollarse en otros ámbitos de la vida está absolutamente limitada y sólo reproducen tareas de cuidados que tampoco son reconocidas como trabajo. La crisis del agua es una problemática invisible, porque somos las mujeres las que todos los días y de manera silenciosa le ponemos el cuerpo con infinidad de estrategias. Es una violencia naturalizada y, por lo tanto, desarmarla no es fácil. Si lo pensamos desde el punto de vista estricto de la técnica, resolver el acceso al agua potable es una tarea de baja complejidad. Creo entonces que hay una definición política de no terminar con este tipo de violencia, que fundamentalmente impactan en el cuerpo de las mujeres. No encuentro otra explicación cuando una obra se ejecuta una, dos y tres veces mal. Implica también condenar a la precariedad a miles de hogares en el distrito más rico del país. Lamentablemente, la falta de agua potable es una de las violencias que aún no nos interpela como sociedad” le decía Eva Kousovitis de la CLIC a Página/12.

En el cierre de este informe el Gobierno Nacional, Gobierno de la Ciudad, sus autoridades competentes y AYSA convinieron en atacar este problema en forma contundente. Los efectos de este principio de acuerdo puede beneficiar temporalmente a las familias en riesgo sanitario en tiempos de pandemia y ante la emergencia del contagio masivo. Pero posiblemente no solucionará el problema del agua en los barrios populares. El problema de la falta de agua se espeja en todos los barrios precarios de la ciudad incluídos los que tienen ambiciosos planes de reurbanización.

¿La falta de agua será un mal endémico sin solución?

 

 

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