Canal Abierto Radio | En una de las provincias más afectadas por el agronegocio, Medardo Ávila Vázquez es uno de los médicos que recibe a las víctimas de las fumigaciones y es reconocido en todo el país por divulgar las consecuencias de los agrotóxicos en esos pueblos, donde la mitad de las muertes se producen por cáncer. La cifra toma valor cuando, en comparación con poblaciones no fumigadas, el cáncer representa el 20% (o menos) de las defunciones.
Días atrás, Ávila Vázquez fue despedido de la Clínica Caraffa, de Córdoba Capital, tras 18 años como jefe del servicio de Neonatología y Pediatría, por atender y comprar un medicamento a un niño con leucemia. La decisión sólo se explica en contexto.
Los dueños de la institución eran un grupo de médicos que trabajaban en clave sanitaria y allí atendían a muchos niños y niñas “con toda la dedicación que se merecían, a pesar de la vulneración en sus derechos ambientales” contó Ávila, en diálogo con Canal Abierto Radio. Pero desde que la dirección quedó en manos de abogados y contadores “que la manejan como una empresa”, comenzó la dicotomía entre salud y rentabilidad.
El viernes 19 de junio llamaron al servicio desde la obra social de los empleados de la Provincia (APROSS) para derivar a un niño de 2 años con un cuadro grave de bronquitis. Llegó desde uno de los pueblos desmontados y fumigados, que queda a 300 kilómetros de Córdoba Capital, acompañado sólo por su abuelo y con lo que traían puesto. En unas horas le diagnosticaron leucemia.
El crimen por el que echaron a Ávila Vázquez es haber comprado gotas de Deltisona “en la farmacia de la esquina”, del bolsillo de los propios médicos y sin esperar los protocolos de la clínica. El medicamento cuesta menos de 500 pesos. “Las enfermeras le trajeron ropa al niño, al abuelo, que lo acompañaba porque la madre quedó y todavía a está a 300 kilómetros porque tuvo familia, así que el nenito está aterrado, dolorido, solo con su abuelo y en una situación muy cruda” comentó.
“Yo creo que mi situación en particular ha tenido mucha trascendencia porque hoy está más claro, más explícito, este conflicto que hay en la forma en que organizamos la sociedad en esta búsqueda de ganancias exclusivamente, y otros valores como la salud y la vida que hoy están amenazados por la pandemia -detalló-. Hay una discusión a través de la salud o de la economía, y a mí en lo micro me pasó eso”
Médico de pueblos fumigados
Ávila Vázquez es reconocido por la lucha contra los agrotóxicos. Gracias a su recorrido y sus investigaciones, conoce la situación de los pueblos desmontados y con monocultivo de soja a la perfección. “Dentro de los pueblos los más afectados son las familias de los productores, de los agrónomos, de los trabajadores agrícolas”, detalló.
En algunas localidades se lleva adelante el debate con grupos autoconvocados, e incluso se han logrado ordenanzas municipales sobre todo cuando “los concejales y el intendente son gente del lugar que los conoce, compañeros de ellos mismos en las escuelas, en el fútbol, y entonces no se puede negar el impacto en la salud”. Esto promovió también que comenzara la transición hacia la agroecología.
“También tenemos pueblos donde estamos peleando hace 15 años y los intendentes son sojeros y acuñadores, y no logramos avanzar. Pero se sostienen desgraciadamente sobre la base de niños y gente muerta, sobre todo jóvenes que mueren de cáncer”, afirmó.