Redacción Canal Abierto | De una semana a esta parte, la agenda mediática argentina se encuentra dominada por la disputa política y judicial entre Ciudad y Nación respecto a la presencialidad escolar. Aunque en línea con el desafío que desde hace más de un año impone la pandemia, la polémica pareciera obnubilar el iceberg que amenaza chocar de frente a nuestro país.
Mientras en algunos de los países avanza el proceso de inmunización, la región enfrenta desde hace meses la segunda ola de la pandemia del coronavirus. Según el sitio web Our World in Data (Universidad de Oxford), en los últimos siete días –del 13 al 20 de abril– Uruguay fue la nación sudamericana más golpeada con una tasa de 818,26 positivos diarios por cada millón de habitantes. El segundo lugar de este triste ranking lo ocupa la Argentina con 520,34 casos. Entre los primeros 10 países del subcontinente que han visto incrementada su tasa de contagios en la última semana, en relación con su población, son Chile Colombia, Paraguay, Brasil, Perú, Costa Rica, Guyana y Ecuador.
Basta observar el mismo índice en otras regiones del mundo para tomar verdadera noción del problema que enfrenta el país –y en particular el AMBA, el conglomerado urbano que hoy por hoy se lleva entre un 60 y 70% de los contagios–: la Unión Europea alcanza los 298 casos por millón, Irán los 287, India los 180, Estados Unidos los 192, Israel (unas de las naciones con mayor proporción de población vacunada) los 18 y China los 0,02.
No obstante, todos los especialistas coinciden en que los casos registrados siempre suelen ser sólo un porcentaje de los contagios reales. De hecho, se calcula que en este momento Argentina está detectando uno de cada cuatro o uno de cada cinco contagios. “A la hora de comparar, otras variables clave son la cantidad de testeos y la positividad, que en la Ciudad de Buenos Aires hoy supera el 50%, es muy alta. La situación es más grave aún si tenemos en cuenta que estamos iniciando una estación donde también crecen el resto de las infecciones con síntomas similares, lo que en teoría debiera ayudar a bajar la positividad”, explicó a Canal Abiertoel bioinformático, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del CONICET, Rodrigo Quiroga.
No faltan camas, sobran enfermos graves
Otro dato útil para entender la gravedad de la situación es la ocupación de camas de terapia intensiva que -según un relevamiento reciente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI)- ronda el 95% en el AMBA y el 90% en el resto del país. “Es muy alarmante, porque si bien la ocupación de terapias está subiendo muy rápido, todo parece indicar que el reporte de la ocupación de camas viene muy retrasado. Mientras en el resto del mundo se observa primero una mayor ocupación de terapia y luego de las muertes, acá suben en paralelo”, advirtió Quiroga.
Consultado por Canal Abierto, el físico Jorge Aliaga, que hace un seguimiento diario de la propagación de la pandemia en el país, explicó que “hoy por hoy la incidencia –es decir, los casos de los últimos 14 días cada cien mil habitantes– en la Ciudad de Buenos Aires da arriba de 1250, cuando el número que se había fijado como alerta era 150. ¿Qué representa ese índice en 1250? Quiere decir que en un grupo de 100 personas, algo mas de 1 (1,2) fue caso positivo de Covid en las últimas dos semanas. Por ende, como normalmente sólo registramos uno de cada o uno de cada cinco casos, en un grupo de 30 personas hay al menos una que está contagiando. Ese es el riesgo que hoy tenemos: hay tanto contagio, que cualquier lugar que junte a un grupo relativamente pequeño de personas, representa un riesgo enorme”.
“Hay muchas cosas que todavía no conocemos y es cierto que es imposible hacer futurología, pero lo que sí es seguro -y está comprobado en todo el mundo- es que si baja la circulación de personas también baja la del virus”, señaló.
Un horizonte más que difícil…
A diferencia de las de contagio, quizás las cifras de fallecidos por COVID sean las más difíciles de esquivar, ignorar o subevaluar, sobre todo después del escándalo de octubre de 2020 pasado en provincia de Buenos Aires, cuando un cruce de datos blanqueó más de 3 mil fallecidos hasta entonces no contabilizados.
“Todo indica que estaríamos acercándonos a una situación similar a la que vivió Brasil semanas atrás, con una triplicación de la cifra que tenemos hoy en día”, apuntó Quiroga, y agregó: “Se espera que la vacunación de personas mayores reduzca la mortalidad, pero no sabemos cuánto ni cuál puede llegar a ser la incidencia de nuevas cepas más resistentes a la inmunización. Sin embargo, si tomamos la tasa de mortalidad de Argentina y la proyectamos sobre los 29 mil casos diarios de estos días, la estimación sería de unos 500 fallecidos por día. Pero podría ser aún peor: si no logramos reducir la circulación viral, en las próximas semanas podemos tener 600 o 700 muertos por día”.
La temeraria estrategia del gobierno porteño
La interna desatada en mayo del año pasado entre el ministro de Desarrollo Económico y Producción, José Luis Giusti, y el de Salud, Fernán Quiróz, resultó en la imposición de la estrategia propuesta por el primero: mantener abiertas la mayor cantidad de actividades posibles mientras no colapse el sistema sanitario, sin importar la cifra de muertes. Es decir, una visión en línea con lo que según Alberto Fernández le habría explicitado el ex presidente Macri a principios de 2020: “que se contagien los que se tengan que contagiar, es inevitable”.
Al respecto, Aliaga reconoció que “CABA tiene muchos más recursos sanitario y, por ende, más margen que la provincia de Buenos Aires”.
“La última vez que CABA aceptó de buena gana una restricción fue a principios de julio de 2020, cuando estuvo en riesgo la saturación del sistema de la Ciudad. Cerraron actividades por 15 días y el sistema tuvo un respiro que les dio tiempo para llegar a la primavera. Hoy creo que están apuntando a un juego muy fino con dos factores que disputan: por un lado, la llegada del invierno y su incidencia en la suba; por otro, el aumento en la vacunación y la ampliación de la protección de la población con más riesgos. Es decir que se apunta a que, aun con una suba fuerte de casos, no haya tanto adulto mayor o con enfermedades pre existentes en las Unidades de Terapia Intensiva. El riesgo de esta política es que de todos modos las camas se llenen, aunque esta vez con jóvenes”, aseguró el físico.
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Foto: Luciano Dico (@dicoluciano)