Por Diego Leonoff | El 29 de diciembre Leonardo DiCaprio publicó un vídeo en su cuenta instagram para explicar el sentido de No mires arriba (Don’t look up), la película que protagoniza junto a Jennifer Lawrence y en las últimas semanas se ha convertido en uno de los éxitos de la plataforma Netflix.
A grandes rasgos, el film narra (alerta de spoiler) cómo Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de doctorado, descubre que un cometa va a estrellarse contra la tierra en seis meses y catorce días, provocando la destrucción de todas las especies, incluida la humana. Tras esto, se embarca junto a su profesor, el astrónomo Dr. Mindy (DiCaprio) y, en menor medida, el jefe de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA -organismo real-, el Dr. Oglethorpe (Rob Morgan), en una misión desesperanzadora por contar las malas noticias a las autoridades primero, luego a la prensa, y después a todo el que quiera escuchar con el objetivo de detener la hecatombe.
No hace falta conocer de antemano el compromiso que tanto DiCaprio como el director Adam McKay tienen respecto de la lucha contra el cambio climático para entender la alegoría explícita entre el amenazante pero ficcional cuerpo celeste y los descalabros ecológicos que en efecto vienen golpeando la tierra. Ahora bien, ¿se trata de un problema que sólo atañe a los países ricos o a los sectores dirigentes responsables de delinear los modelos productivo vigentes? ¿Cuáles son estos efectos ambientales a escala local y cómo nos posiciones ante estos como sociedad?
En este Data Abierta, un breve repaso por la relación que existe entre las olas de calor y el constante aumento de las temperaturas en Argentina y el mundo, el desmonte chaqueño y los incendios forestales que devoran miles de hectáreas en la Patagonia, la especulación inmobiliaria y la pérdida de humedales en la Ciudad de Buenos Aires, la bajante histórica del Río Paraná, la exploración petrolera off shore frente a Mar del Plata y los derrames de crudo en Rio Negro.
Sólo algunas de las consecuencias, síntomas y problemáticas que no podemos seguir ignorando, y una consigna cada día más clara: si queremos evitar el fin del mundo, no hay que mirar hacia arriba… basta con prestar atención a nuestro alrededor.
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