Redacción Canal Abierto | Un nuevo 3 de junio encuentra a las mujeres y disidencias copando las calles del país al grito de Ni Una Menos. A siete años de la primera marcha, los avances en materia de género fueron muchos, pero los femicidios no paran.
Desde el 3J de 2015 a mayo de 2022 se perpetraron 1956 femicidios que se traducen en una muerte por violencia machista cada 33 horas.
En esta oportunidad, los reclamos a la calle serán la declaración de la Emergencia Ni Una Menos que propicie la inversión en políticas públicas eficientes, integrales, coordinadas, sistemáticas, federales, aplicadas sin burocracia y sin clientelismo; y urgentes medidas contra la feminización de la pobreza que profundiza las desigualdades y violencias que atraviesan a mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, e intersex.
Para profundizar sobre lo conseguido en estos años y lo que falta para poder hacer frente a esta problemática, Canal Abierto dialogó con Marta Dillon, cofundadora del movimiento Ni Una Menos.
A tu entender, ¿Cuáles son los avances o conquistas que se lograron desde la primera marcha?
-Se transformaron un montón de cosas desde que salimos masivamente a la calle en 2015. Eso se tradujo en muchas otras salidas a la calle, tanto en los encuentros plurinacionales como los 8 de Marzo. A su vez, eso provocó tener un Ministerio de Mujeres, se ha hecho visible la violencia machista en muchísimos ámbitos, existen protocolos para sancionar la violencia machista, pero sobre todo para proteger a las víctimas. Tenemos ley de aborto legal. Hay muchos avances pero aún así la cifra de femicidios no ha bajado.
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En ese sentido, sabemos que no hay una sola medida que se pueda enunciar para decir que así van a bajar los femicidios. Son muchas cosas a la vez, y lo que venimos consiguiendo y empujando son transformaciones sociales, objetivas, políticas necesarias para bajar los femicidios.
Entre esas transformaciones, ¿Cuáles son para vos las más sobresalientes y qué se necesita para seguir avanzando?
-En principio, por ejemplo, el nivel de tolerancia a la violencia se transformó radicalmente. Ya no está naturalizado que la pareja es una posesión ni que los celos son una razón para matar. Necesitamos por supuesto una reforma judicial feminista que se haga eco de estas transformaciones que se dieron en la sociedad, y no que siga como un ancla en el pasado como la hace ahora cuando no escucha a las víctimas, que tarda mucho en hacer justicia, que no tiene medidas de reparación ni de protección de las víctimas.
Después hay otras transformaciones que llevan mucho más tiempo, por ejemplo la Educación Sexual Integral en todo el territorio y en todas las escuelas. Esta es una herramienta fundamental de transformación y vemos las resistencias que hay a su aplicación. Ese fue uno de los puntos que pedimos el 3 de junio de 2015 y seguimos pidiendo porque la aplicación de la ESI se da en todo el país.
¿Y un Estado presente?
-Por supuesto, necesitamos más presupuesto y más Estado para responder a quienes salen a pedir ayuda. En este momento no en todos lados hay un lugar donde las mujeres o las travestis o las lesbianas puedan ir a decir que necesitan ayuda frente a una situación de violencia que no sea una comisaría. En las comisarías ya sabemos lo que pasa. En su mayoría, los policías no tienen perspectiva de género ni es un lugar adecuado para ir a pedir ayuda, salvo que sea una persecución penal.
Cuando vas a pedir ayuda para salir de una situación de violencia se necesitan espacios de escucha feministas que sepan cuáles son las necesidades y las herramientas de autonomía que se necesitan para ello.
Si tenemos en cuenta lo que pasa en Estados Unidos hoy con el aborto, ¿Crees que el avance de las derechas y la iglesia ponen en riesgo lo conquistado?
-Por supuesto que las derechas son una amenaza, y como lo podemos ver cotidianamente en la televisión los feminismos son su blanco favorito en relación a intentar demonizarnos y demonizar nuestras luchas. Siguen prometiendo un paraíso de mujeres adentro de sus casas y hombres que salgan a trabajar, que no se enteran que el trabajo también está en las casas.
La derecha, las religiones –que también están a la derecha- se sienten permanentemente amenazadas por los feminismos, y tienen razón porque nosotras y nosotres proponemos otros tipos de paraísos. Lo vemos con el aborto, con la educación sexual integral, lo vemos en la forma en la que muchos jueces de familia desconocen el abuso sexual en las infancias.
Como cofundadora de este movimiento, ¿cuál es tu mensaje en este nuevo 3 de junio?
-El mensaje es que sigamos tomando las calles, que sigamos construyendo feminismos, que confiemos en que nuestra perspectiva es transversal y que acá es donde podemos enfrentar a las derechas más rancias, que no solamente pueden quitarnos buena parte de los derechos conseguidos, sino que también nos condenan a más precariedad de nuestras vidas. Salgamos a la calle, mantengámonos juntas y juntes, y sigamos luchando, que ese es el mejor camino posible.
Foto principal: Sebastian Miquel