Por Violeta Moraga | Cómo se reinventa el periodismo en estos tiempos, cómo se abordan las distintas plataformas, los géneros, las coberturas, los modos de pensar un espacio para la multiplicidad de voces. Los ecos aquí y allá. Los tejidos que recorren el territorio, la descentralización de la información.
Los temas de debate que se abren por estos días en Bariloche, Río Negro, son un abanico sin bordes. Un despliegue casi existencial que tiene lugar desde ayer y hasta el sábado en el marco de “Nave de No Ficción”, el Festival Iberoamericano de Periodismo Narrativo, pero que seguro tendrá sus reminiscencias impensadas, como el movimiento que genera una piedra arrojada en las aguas planchadas del lago Nahuel Huapi. El mismo que hace de escenario para este evento que convoca a un importante número de periodistas, escritores, estudiantes y curiosos de distintos puntos del globo para hablar, debatir, estudiar, desarmar, analizar y construir los relatos de no ficción. Nada más y nada menos.
“En general, este tipo de eventos se hacen en Buenos Aires y uno de los objetivos de la Fundación fue favorecer la descentralización en el manejo y flujo informativo de los temas de la región”, dice el periodista y escritor Santiago Rey, presidente de la Fundación Periodismo Patagónico (FPP), espacio gestor del evento.
Cristina Rivera Garza, Cristian Alarcón, Martín Kohan, María O’Donnell, Roberto Herrscher, Hinde Pomeraniec, Juan Cristóbal Peña, Cora Gamarnik, Marco Sepúlveda, Agustina Paz Frontera, Victoria De Masi, Paula Bistagnino, Adrián Moyano, Cristian Aliaga, Flavia Fiorio y Florencia Werchowsky, entre otras y otros cronistas y especialistas en la temática, son algunos de los y las participantes de este Festival. Y su mirada se propone seguir repensando el género y a la vez abordar nuevas narrativas.
El taller de crónica a cargo del equipo de la Revista Late, “Sobre llegar tarde y narrar cuando todos se fueron”, fue la primera actividad de estas jornadas para seguir pensando y repensando espacios descentralizados donde es posible trazar nuevos recorridos.
“Hablamos de un periodismo situado, esta idea de que es necesaria una intermediación de Buenos Aires para que ese texto, esa crónica, tenga impacto en la región donde se produce la noticia es muy rara —reflexiona Rey—. Estamos muy acostumbrados a esa especie de bumerang: va para allá y vuelve intermediado por los intereses que tienen de las empresas periodísticas que tratan los temas. Y de pronto nos encontramos con que nos están narrando desde una idea y un interés distintos del que tenemos. Por supuesto que a todos nos gusta escribir y sentir que estamos escribiendo para medios que tienen impacto y masividad, pero eso no puede obstruir que se creen redes acá y que nos leamos entre nosotros”.
Formación y capacitación
Además de los talleres, en el Festival hay charlas magistrales, conversatorios, presentaciones de libros, una muestra fotográfica, performances y una feria de libros de no ficción con más de 200 títulos.
Desde la FPP, espacio que viene generando la convocatoria a una red de cronistas que narran su territorio y tiene bajo su ala la plataforma de periodismo narrativo En estos días, Rey destaca: “La Fundación es una estructura mínima, de grandes corazones y enormes voluntades que están convencidas de que un mejor periodismo puede mejorar la sociedad. Lejos de plantearlo en términos de heroísmo, sino de una voluntad de trabajo: creemos que tenemos algo que aportar y decir. Pretendemos un periodismo ético, de calidad y muy vinculado a la defensa y la lucha de los derechos humanos”.
La FPP ya capacitó a más de 700 cronistas en los talleres que ofrece a través de Yerta. Se trata, en su mayoría, de cronistas de las provincias del sur de Argentina y Chile —quienes acceden con importantes becas—, pero también se han sumado de diferentes puntos del país y de otros países de América Latina. Y esa apuesta se refleja en cómo se fortalece la calidad de los textos que año a año participan del Concurso Crónica Patagónica, cuya IV edición es binacional ya que la convocatoria se extendió hacia el sur del país trasandino.
“La capacitación la entiendo como permanente. Nos parecía que para fomentar el hecho de leernos, de que elijan leernos a quienes escribimos desde la Patagonia, era importante que lo hagamos con calidad. No podemos recurrir al regionalismo como estimulo de esa lectura, se trata de trabajar de una manera ética, con un reporteo profundo y escribir con calidad”, explica Rey.
Así se organizó un programa anual de ocho talleres y tres clases magistrales —con temáticas específicas como periodismo de viaje, crónica intima, periodismo feminista—, que se realizan de manera virtual a excepción de las que se están dando ahora en el marco del Festival. “Estoy muy contento. Después de 33 años de laburo periodístico, sentir que en el lugar donde estamos podamos reunir todo esto es un sueño”, concluye Rey, aunque esto, recién empieza.
Foto de portada: Euge Neme