Redacción Canal Abierto | Argentina tiene una larga historia de lucha en derechos humanos, y también de producción cinematográfica en la materia. Ejemplo de esto es “Argentina, 1985”, la película de Santiago Mitre que anoche fue reconocida con un Globo de Oro a Mejor Película en idioma no inglés y suma expectativas por su nominación al Óscar.
El periodista Sergio Ciancaglini, quien al momento del juicio a las juntas fue cronista del diario La Razón y ganó el premio Rey de España por ello, tuvo una participación en el film haciendo el papel de sí mismo. Al respecto, comentó a Canal Abierto: “Mi papel en la película fue una gentileza de Santiago Mitre por el trabajo previo, porque incluso muestra ahí unas crónicas que yo había escrito en aquel momento. Lo tomé como una gentileza y una generosidad de parte suya. Fue muy lindo poder hacerlo, y aparte me permitió también repensar esas cuestiones. Eso siempre es valiosísimo, y que haya esta cantidad de gente comprendiendo el tema, conociéndolo, gente que ni había nacido en ese momento –mis hijos, por ejemplo- y que hoy puedan discutir esto me parece que es valioso y apasionante”.
Argentina 1985 ganó el Globo de Oro a "Mejor Película en idioma no inglés". El triunfo eleva las expectativas de cara a los #Oscars2023
"Quiero compartir esto con todas las personas que desde la dictadura han estado luchando por la democracia en Argentina", dijo su director. pic.twitter.com/xH0U8FlIeT
— Canal Abierto (@canalabiertoar) January 11, 2023
Al mismo tiempo, recordó lo que fue vivir tan de cerca ese momento histórico para el país. “Mi participación en el juicio fue una cuestión que me marcó en la vida periodísticamente, sobre todo porque a dos años de terminada la dictadura, de pronto yo estaba en la sala de audiencias y tenía a unos tres o cuatro metros a Videla, a Massera. Tenía a las personas que habían sido determinantes para definir vida y muerte de miles de personas que estaban siendo juzgadas durante una democracia. Eso fue algo inédito. Cubrir esas crónicas fue una cosa muy conmocionante pero a la vez el mayor curso periodístico que uno pueda hacer en la vida”, reflexionó.
Y agregó: “Además pude entender algo, que las cosas que parecen impensables pueden ser posibles. Era impensable que quienes habían dirigido y llevado adelante un genocidio pudieran ser juzgados como cualquier hijo de vecino, y sin embargo eso ocurrió. Entender eso me pareció increíble, sobre todo pensando en la cantidad de eventos futuros”.
El periodista también destacó lo que la película pudo recrear de aquel momento: “Una cuestión importante fue la potencia social de las víctimas, de los sobrevivientes, de los familiares de las víctimas, el llevar adelante el reclamo en la peor época que alguien pueda imaginarse cuando el país miraba para otro lado, y donde las madres eran las madres locas. El corazón del juicio fueron los testimonios que desde un primer momento hubo de quienes entendieron lo que estaba ocurriendo y lo denunciaban. Eso permitió que unos años después pudiera haber justicia”.
Al mismo tiempo señaló: “Entiendo y comparto la magia del cine, pero en el caso del juicio lo que hay que tener en cuenta es que lo verdaderamente mágico –que a la vez era trágico- es la potencia que tuvo la cuestión social en Argentina. Esto no ocurrió en otros lugares del mundo, y el mundo no puede creer lo que logró Argentina en el año 1985, y ese fue el nacimiento de un acceso a la verdad que permitió que después se pudieran hacer los juicios de la verdad y que se pudieran retomar los juzgamientos pese a las leyes de impunidad y a los indultos de Menem y que hoy el país tenga más de mil condenados por esos delitos, cosa que no ocurrió con ninguna de las otras dictaduras del continente ni de otros países. La película lo que trae de nuevo es aquella sensación, aquella realidad, aquella posibilidad de hacer justicia”.
Respecto de las premiaciones, que también las obtuvo La historia oficial en 1985, Ciancaglini dijo: “Supongamos que por alguna razón el film no hubiera tenido este éxito tan taquillero y el de los premios, el trabajo es igualmente valioso. En esta época, por muchos eventos, nos damos cuenta que es importante intentar las cosas, lanzarse a hacerlas, y para el caso del cine –con más razón- por ese esquema a veces tan injusto que es que si por alguna razón había otra película muy buena o que los críticos la consideraban mejor, ésta entonces hubiera perdido. No se puede seguir pensando en términos de perder y ganar. Lo que digan los extranjeros, la crítica en Hollywood o los señores del festival de tal o cual lado me parece fantástico, es un reconocimiento pero no nos dejemos guiar sólo por eso. 1958 es valiosa al margen de los premios, si no los hubiera tenido, el valor de esa película y de atreverse a contar esa historia era idéntico”.