Redacción Canal Abierto | Luis Espinoza, de 31 años, fue asesinado de un disparo por la espalda el viernes 15 de mayo de 2020, en medio de incidentes con la Policía durante una carrera ilegal de caballos en la localidad de Melcho (Simoca), Tucumán. Tras una intensa búsqueda, su cuerpo fue hallado siete días más tarde a 120 kilómetros del lugar de los hechos, en la provincia de Catamarca.
Luego de dos años, ayer el Tribunal Oral Federal da inicio al juicio contra once sospechosos de haber cometido el crimen y ocultado pruebas.
La fiscalía y la querella buscarán probar que se trató de una desaparición forzada seguida de muerte del peón rural por parte de los miembros de la comisaría de la localidad de Monteagudo, el subcomisario Rubén Héctor Montenegro, el oficial auxiliar José Alberto Morales, los sargentos René Eduardo Ardiles y Víctor Manuel Salinas, el agente Gerardo Esteban González Rojas, y los cabos Mirian Rosalba González, Claudio Alfredo Zelaya, Carlos Lisandro Romano y José María Paz. También se sentarán en el banquillo de los acusados los civiles Fabio Santillán y Álvaro Gonzalo González.
Los acusados también deberán responder por la privación abusiva de la libertad de Juan Antonio Espinoza, hermano de la víctima, cuya declaración en calidad de testigo fue protagonista excluyente de esta primera audiencia.
En diálogo con Canal Abierto, el abogado de la familia, Carlos Garmendia, indicó que los sospechosos habrían intentado mantener oculto el homicidio haciendo creer a la opinión pública que Espinoza se había escacado al monte. Luego, de acuerdo con la investigación, llevaron el cuerpo hasta la comisaría de Monteagudo y finalmente lo arrojaron por un precipicio, donde fue encontrado el 22 de mayo.
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La estrategia de las defensas consiste en intentar involucrar a ambos hermanos en la cuadrera, un tipo tradicional de carrera de caballos características del mundo rural. “Ellos no estaban participando, pero si fuera así tampoco justificaría el homicidio y ocultamiento del cuerpo”, apuntó el letrado de los Espinoza.
Según relató Juan durante el juicio, ese día ambos primero se dirigen a caballo hasta la casa de su hija en Melcho para desde allí trasladarse en moto hasta Monteagudo, donde debían cobrar un trabajo. Por la tarde, cuando retoman la monta camino a su casa, se topan con la policía reprimiendo la carrera ilegal. El sobreviviente indicó que ante los disparos policiales, su animal se asustó y -según testimonió- lo tiró al piso. Allí, mientras era golpeados por los efectivos, observó cómo le disparaban a su hermano.
“Los policías se justifican diciendo que los organizadores de la carrera dispararon primero, algo que las pericias no pudieron comprobar; por otra parte, resulta inverosímil que en medio del campo esta gente haya intentado enfrentar a tiros a policías armados y movilizados en camionetas”, detalló Garmendia.
La investigación judicial determinó que el autor del disparo mortal fue el agente José Alberto Morales.
De todos modos, los relatos de los policiales involucrados apuntan al subcomisario Rubén Héctor Montenegro como principal responsable del intento de encubrimiento. “Uno de los datos más fuertes es que utiliza su auto personal para trasladar el cuerpo desde el lugar de los hechos hasta la comisaria, y luego hacia donde finalmente terminarían descartando el cadáver; este señor incluso obliga, bajo amenaza de muerte, a sus subordinados a que lo acompañen dejando sus celulares en la dependencia policial para así evitar el rastreo de los teléfonos”, contó el abogado de la familia.
Pese al intento de ocultamiento, la justicia cuenta con varias cámaras de seguridad y viales -en concreto, la de la rotonda a la salida de Monteagudo que bifurca hacia la ruta 38 y el camino que lleva a donde se encontró sin vida a Espinoza- que permiten seguir el recorrido del vehículo de Montenegro.
Aún resta determinar si por acción u omisión el encubrimiento pudo haber involucrado a cargos superiores de la fuerza policial tucumana.
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