Redacción Canal Abierto | En la lluviosa mañana del 17 de noviembre de 1972, Juan Domingo Perón volvía a la Argentina tras 17 años de exilio a bordo de un Boeing 707 de Alitalia que aterrizó en Ezeiza. Era el fin de la proscripción, la apertura de un periodo de esperanza y los prolegómenos de un proceso de derechización del movimiento que incluiría la violencia paraestatal de la Triple A y culminaría en la dictadura genocida.
Se trata de una de las tantas fechas del calendario peronista, pero que en los últimos días -al cumplir su 50 aniversario- tomó mayor notoriedad por el masivo acto en La Plata que tuvo a Cristina Fernández como única oradora. Como era esperable, la Vicepresidenta hizo alusión a aquella jornada: “Soy una apasionada de la historia, en la historia se pueden encontrar las claves de lo que nos pasó y por qué nos pasó”.
Coincidió también con el día de inauguración de la muestra inmersiva “Perón Volvió”, el “primer parque temático peronista” ubicado en el barrio porteño de Palermo. Música, stand ups, películas, entre otras actividades para grandes y chicos, e incluso un patio gastronómico: “el choripatio”, con 50 variedades de choris.
La iniciativa es del Grupo Octubre –la empresa multimedios creada y dirigida por el empresario y sindicalista Víctor Santa María, del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh)– y las entradas se pueden adquirir a un valor de tres mil pesos a través de la plataforma ticketek.
Naturalmente, la imagen comercial del evento es la icónica fotografía del líder del movimiento a su llegada a Ezeiza, acompañado por el dirigente metalúrgico José Ignacio Rucci con su paraguas en mano.
Hasta allí ninguna novedad, salvo por el hecho de que la fotografía de la muestra fue retocada para eliminar el rostro de José López Rega, ministro de Bienestar Social durante los gobiernos de Héctor J. Cámpora, Raúl Alberto Lastiri, Juan Domingo Perón e Isabel Martínez y responsable de la paraestatal Triple A.
Sin embargo, “el Brujo” no fue el único “borrado” adrede: la invisibilización también alcanzó a María Estela Martínez Cartas de Perón, más conocida como Isabelita, Vicepresidenta durante aquel mandato y una de las responsables políticas de los crímenes de lesa humanidad que preludiarían el genocidio militar.
Esta vez la operación fotográfica no fue la eliminación lisa y llana del rostro, sino la superposición de su imagen por la del secretario general del Movimiento Peronista entre 1972 y 1974, Juan Manuel Abal Medina, cuya expresión reflexiva se encuentra en la otra punta de la imagen original.
La manipulación de los registros escritos y visuales del pasado es tan antigua como la historia de las civilizaciones: desde la falsificación de listas de linajes reales en el antiguo Egipto hasta la construcción de épicas nacionales belicistas al estilo hollywoodense, pasando por la eliminación de figuras como León Trotsky de las postales bolcheviques a manos del estalinismo, solo por citar algunos ejemplos.
Al igual que cada uno de los ejemplos mencionados, el “retoque” fotográfico del Grupo Octubre tiene una explicación –quizás varias– que se podrían resumir en la incomodidad que generan ambos personajes, Isabelita y López Rega, para las contemporáneas versiones del movimiento. No se trata de justificar ni excusar las “omisiones fotográficas” de la muestra de Santa María, sino más bien de exponer una operación simbólica recurrente que tiene por finalidad evitar la autocrítica reflexiva sobre los errores –u horrores– del pasado.
La propia Cristina lo dijo el jueves en La Plata: “una sociedad que no sabe lo que pasó, difícilmente pueda entender lo que pasa y resulta absolutamente imposible develar el porvenir”. Si no buscamos los documentos que nos han quitado y creemos ciegamente lo que nos cuentan, seguiremos enterrando la memoria de los vencidos.