Redacción Canal Abierto | “Esto es tan crudo y tan terrible. La escena de prenderle fuego a alguien es un acto muy violento y cruel. Pero la realidad es que por otro lado las personas también se mueren de frío en la calle. Es una muerte horrible pensar que un cuerpo sienta tanto frío al punto de pararle el corazón. Esto tiene repercusión porque es el caso de una persona prendida fuego, pero la mirada que hay sobre las personas en situación de calle tiene que ver con la sociedad en la que estamos y con la gran despersonalización del otro que rige hoy. Ese otro no es una persona, es una cosa, entonces se le prende fuego, se muere de frío, lo cagan a palos, se caga de hambre. Todo eso es violencia”.
Así explica Vanessa Escobar, de la Red Puentes del Movimiento Popular La Dignidad, las realidades que atraviesan y atravesaron históricamente las personas en situación de calle. La Red Puentes es una de las tantas organizaciones del campo popular que trabajan con esta desprotegida población, brindando atención allí donde el Estado no llega.
Hace una semana, una mujer fue prendida fuego en una casilla por un hombre que tras cometer esa atrocidad siguió su camino como si nada, según relató el testigo del hecho. Esta mujer falleció carbonizada y no hay nadie que responda por eso.
“Los episodios de violencia contra las personas en situación de calle lamentablemente los vemos todos los años. Lo más reciente es el caso de esta mujer, pero el año pasado fue lo de los pibes debajo del puente en Mataderos, tuvimos a Sergio Zacarías que se murió de frío a unas cuadras de la Casa Rosada. Hace poco también se cumplió un año del día que fuimos reprimidos por la Policía de la Ciudad en el Obelisco cuando quisimos instalar la carpa refugio para las personas en situación de calle. En lo que va del año ya tenemos seis muertes en distintas situaciones como el hombre al que desalojaron del hotel y que murió de hipotermia en la calle”, contó Escobar a Canal Abierto.
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Debido a estas situaciones, las organizaciones gestionan centros de integración o dispositivos 24 horas que se rigen según la ley 3.706 de situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. “Fue motorizada por las organizaciones pero el gobierno de la Ciudad no la cumple por varias razones: el tipo de dispositivos que pone donde las personas no son acompañadas, el censo que no se realiza como debe ser y la falta de una mirada integral de la problemática”, señaló Escobar.
Y agregó: “Nosotros miramos a la persona, y la situación de calle es la consecuencia de un montón de vulnerabilidades que sufre. Estos casos que vemos todo el tiempo para nosotros tienen que ver con la falta de voluntad de armar políticas públicas suficientes para la problemática. En este sentido, quienes terminamos poniendo el cuerpo y acompañando somos las organizaciones. De hecho, muchos de los colaboradores y laburante de los dispositivos son personas que han estado en situación de calle, o que lo están y con estos trabajos resuelven el alquiler de una habitación en un hotel”.
Es justamente en los hoteles y dispositivos de albergue donde la problemática del COVID-19 impactó en la Ciudad de Buenos Aires. Múltiples contagios fueron ocultados y muchas de las personas que asistían a estos espacios quedaron a la deriva, otra vez en la calle.
Por otra parte, esta población –por su condición de calle- presenta enfermedades preexistentes de tipo respiratorias, lo cual empeoraría su cuadro en el caso de contraer el virus. Es allí donde las organizaciones ponen el foco a la hora de asistirlos, concientizando y haciendo posible sobre todo en el lavado de manos y la higiene.
En la ciudad más rica del país, el gran problema que circunda es la crisis habitacional, que también toca a los sin techo. En este sentido la integrante de Red Puentes remarcó: “Las políticas que existen son ineficientes. El subsidio habitacional prevé $5.000 para un hombre solo y $8.000 para una mujer con hijo y todo el mundo sabe que en la Ciudad de Buenos Aires no se puede alquilar ninguna pieza de hotel con esa plata”.
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Y otra de las grandes contradicciones se da entre la enorme cantidad de contagios que hay en y las políticas que se aplican desde el gobierno. Estamos en Fase 1 pero la calle dice otra cosa y los controles son ineficientes. “Muchas de las personas con subsidio habitacional hacían changas para poder pagar la habitación y comida. Hoy no lo pueden hacer por el aislamiento, pero la contracara de eso es la gente que sale a correr. Claramente las políticas están pensadas y dirigidas a un sector histórico para la gestión del macrismo”, sostuvo Escobar.
Humanizar
Si algo positivo ha despertado esta pandemia es el lado solidario de la gente. Desde donaciones de comida hasta la fabricación de respiradores artificiales, el abanico de respuestas a la crisis ha sido extenso.
En esta línea, Escobar destacó: “Vemos un montón de gente súper comprometida y preocupada por la situación en general porque efectivamente estamos viviendo un momento económico muy difícil como consecuencia de la pandemia. Entonces eso hace que la gente, además de mirarse a sí misma, pueda mirar a otros que están en una situación mucho más compleja. Eso es lo que celebramos dentro de este contexto”.
Por eso la contracara pega fuerte. “A nosotros nos duele mucho porque son personas con las que creamos lazos, con las que laburamos y transitamos lo cotidiano y nos parece terrible que en la sociedad en la que vivimos no se pueda mirar a otro desde ese lugar y se elija mirarlo desde el maltrato y la violencia”, finalizó.